Cuando hacemos que el aprecio sea la base
de nuestra práctica, cada momento se llena de posibilidades, porque ya tienes
lo que estás buscando.
En
la actualidad, muchas personas con una vida privilegiada, a pesar de los placeres
a su alcance y todas las ventajas de su posición social, siguen sintiéndose
incompletos. El poder y la riqueza que puedan tener no les da una satisfacción
duradera.
Hay
incluso quien abandona su trabajo o forma de vida en busca de lo que le falta.
Es posible que pasen años buscando maestros, filosofías y diferentes técnicas
de meditación. A pesar de dominar todo lo aprendido, la insatisfacción
permanece, y tienen que seguir buscando.

Y
es muy posible que entonces, cuando abandonemos ese esfuerzo obsesivo de
buscar, lo encontremos todo.
Podemos
haber buscado por todas partes la felicidad duradera. Podemos haber estudiado
cada filosofía, y dominado cada técnica, y haber llevado nuestro cuerpo y
nuestra mente al límite. Pero tal vez lo único que no se nos ha ocurrido pensar
es que no había necesidad de buscar nada. Que ya teníamos todo lo que estábamos
buscando.
Así
que, finalmente nos rendimos y nos dejamos verdaderamente descansar,
probablemente por primera vez en años. Tal vez recordemos algún momento de
nuestra niñez sentados bajo un árbol sin hacer nada, sin ir a ningún sitio, sin
esperar que llegue una experiencia mejor, simplemente siendo quien somos.
A partir de ese momento, en
el que soltamos la incesante lucha por buscar lo que nos falta, es posible que
descubramos nuestra propia naturaleza despierta, esa esencia de nuestro ser
profundamente oculta en nuestro corazón, y
sintamos cómo nos inunda un profundo sentimiento de compasión, que siempre
estuvo allí. Una conciencia atemporal y una profunda sabiduría ya estaban allí.
La profunda paz y serenidad que habíamos estado buscando tan desesperadamente
ya eran parte de nuestra naturaleza fundamental.

Todos
los seres humanos somos parecidos en eso, nos esforzamos desesperadamente por
encontrar un sentido a nuestra vida, para experimentar un poco de paz, placer,
comodidad, y seguridad. Vamos tras experiencias fugaces y ponemos toda nuestra
confianza en ellas, con la esperanza de que algún día, de alguna manera, nos
lleven hasta una felicidad duradera. Nos esforzamos tanto para tener éxito en
los asuntos mundanos que nunca parece que lo que conseguimos nos compense todo
el tiempo y el esfuerzo invertido.
Podemos
damos cuenta de ello, y abandonar ese esfuerzo por conseguir éxito económico o
social, para enfocarnos en recorrer un camino espiritual, pero nos tomamos ese
camino con el mismo esfuerzo y expectativas que teníamos anteriormente. Damos
por hecho que nosotros somos el problema, que necesitamos alguna herramienta
para arreglar algún defecto o imperfección de nuestra mente, y nos ponemos a
trabajar usando la meditación para reparar un momento presente siempre
imperfecto.
Pero los maestros guerreros nos dicen que
todo ese esfuerzo, incluso cuando viene empaquetado de sofisticada “espiritualidad”,
está fortaleciendo nuestro arraigado hábito de ver el momento presente como un
problema. Cuando todo nuestro esfuerzo se basa en esta creencia, podemos
quedarnos atascados en una versión mejor del mismo círculo vicioso. Aunque
parezca que estamos haciendo todo lo correcto, nunca encontramos la salida de
ese laberinto.
Todos
sabemos lo que se siente al buscar y buscar, y nunca encontrar nada. Es como
beber agua salada. Podemos sentirnos bien por un momento, pero nos deja con más
sed de la que teníamos.
Somos
como un pájaro buscando su nido. El pájaro puede volar lejos para buscar
comida, pero siempre vuelve a su hogar. Mientras no encuentre su camino de
vuelta al nido, seguirá buscando y buscando. Pero cuando finalmente llega, no
tiene dudas. El pájaro reconoce su hogar.
Nos
parecemos mucho a ese pájaro intentando encontrar su camino a casa. Sabemos que
todos los placeres pasajeros de la vida no nos van a llevar hasta una felicidad
duradera. Sabemos que nuestra salud física es frágil, y que nuestras relaciones
y trabajos cambiarán. Pero nadie nos dice dónde está nuestro hogar. Todo lo que
podemos hacer es intentar adivinarlo, o seguir buscando en los mismos lugares
con la esperanza de que encontraremos algo nuevo.
Las
enseñanzas guerreras nos enseñan dónde mirar, nos enseñan dónde encontrar
nuestro verdadero hogar, el lugar donde podemos finalmente descansar con la
confianza de que nuestra búsqueda ha terminado.
La
clave de este viaje es el aprecio. Puede parecer que el aprecio no tiene cabida
en un mundo con tantos desafíos. Hoy en día se nos recuerdan constantemente
nuestros problemas. Aumenta la depresión y la ansiedad, el cambio climático
provoca desastres por todo el mundo, y grandes cambios en la sociedad están
sacando a la luz muchas cosas que han estado ocultas durante generaciones. ¿Cómo
podemos hablar de aprecio cuando nos enfrentamos a esos enormes desafíos?

Hay
tantas cualidades que no reconocemos en nosotros mismos. Nuestras mentes son de
forma natural claras y conscientes. Nuestros corazones son abiertos y
compasivos por naturaleza. Cada uno de nosotros tenemos una tremenda sabiduría.
Aunque no siempre la reconocemos, la esencia clara y despierta de nuestro
corazón está siempre con nosotros.
Cada
día hacemos incontables cosas que expresan esta naturaleza esencial de nuestro
ser: pequeños actos de compasión, momentos de intuición y comprensión. Estas
cosas son tan cotidianas que ni siquiera las notamos.
Reconocer
estas cualidades es como descubrir un tesoro que estaba enterrado justo debajo
de nosotros. Lo que descubrimos puede sentirse como algo nuevo y fresco, pero
lo que es nuevo es nuestro descubrimiento, no las cualidades en sí mismas.
Este
descubrimiento de nuestra propia naturaleza esencial es la solución a los
problemas a los que nos enfrentamos. Nos da la confianza, la compasión, y la
sabiduría para tratar con nuestros propios desafíos y con el sufrimiento del mundo
con un corazón abierto y una mente clara.
Cuando hacemos que el
aprecio sea la base de nuestra práctica, cada momento se llena de
posibilidades, porque ya tienes lo que estabas buscando.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Esta reflexión me viene más que bien. Gracias ^_^
ResponderEliminarMe alegro de que te sea útil. Todos deberíamos parar de vez en cuando y ver si estamos buscando algo fuera de nosotros que ya tenemos en nuestro interior. Seguro que encontraríamos mucho más de lo que imaginamos.
ResponderEliminar