La
esencia de tu ser es de naturaleza clara y despierta, si realmente sabes esto,
siempre serás amable contigo mismo.
Cuando la gente habla de
práctica diaria, normalmente se refiere a meditar en silencio, a un ritual, o a
la recitación de un mantra. Estas son partes importantes de nuestra práctica
diaria, pero hay también otra dimensión crucial: ser amables con nuestro cuerpo
y nuestra mente. Este es un método para conectar con la esencia de nuestro ser
durante nuestras actividades diarias.

Hay una práctica de
visualización en que esa amabilidad es dirigida hacia nosotros mismos. En esa
práctica, cuando comemos, nos imaginamos que estamos ofreciendo ese alimento
como si fueran ofrendas a los aspectos despiertos de nuestro cuerpo. De igual
forma, cuando estamos sentados, nos imaginamos sentados en un palacio celestial
lleno de luz y claridad, donde todo lo que percibimos a través de nuestros
sentidos nos llevan a estar intensamente presentes. Cuando caminamos,
imaginamos que estamos andando alrededor de los aspectos más puros de la mente
despierta, de las enseñanzas, y de los seres que nos acompañan en este viaje
hacia el despertar. Cuando nos duchamos, nos imaginamos que todos los seres
despiertos están vertiendo sobre nosotros el néctar de la sabiduría.
Esas contemplaciones
expresan una actitud de amabilidad y amor hacia nosotros mismos, hacia nuestro
cuerpo y nuestra mente. Hay prácticas de dar y tomar. y también instrucciones y
entrenamientos para cuidar nuestro cuerpo, incluyendo la forma de vestir, de
alimentarnos, y de asearnos. Eso es lo que significa llevar al camino nuestra
vida diaria.
Además de esas prácticas,
que se pueden considerar como prácticas de visión o perspectiva, hay dos
necesarias actividades prácticas diarias que son la base de nuestra práctica
espiritual: comer y dormir bien. Pueden parecer vulgares, pero estos son actos
de cuidado y amabilidad que nos sintonizan con la más profunda esencia
despierta de nuestro ser. Hay una enseñanza que dice: “Cuando tengas hambre,
come. Cuando estés cansado, duerme”. Suena muy simple, pero puede ser
increíblemente difícil honrar nuestro cuerpo y nuestra mente de esta manera.
Un consejo similar es el
que dice “No comas lo que no puedas digerir”. Después de todo, aunque no nos
demos cuenta, lo que comemos afecta a nuestra mente, a nuestra meditación, a
nuestro estado de ánimo, y a nuestra percepción del mundo. Y lo que dormimos, o
no, también nos afecta. Por eso, los maestros guerreros también aconsejan “practicar
todo lo que puedas y dormir apaciblemente”.
Ciertas prácticas nos dicen
que debemos descansar en la naturaleza de la mente y que la permanencia
apacible se alcanza sabiendo cómo descansar cuerpo, mente y habla. Pero
¿cuántos de nosotros recordamos cómo descansar bien? Estar en calma y relajado
no es resultado de ser negligentes con nuestra necesidad de revitalizarnos. Cuando descansamos bien y dormimos bien,
estamos practicando la amabilidad en nuestra forma de vida.
Estas actividades para
desarrollar amabilidad por uno mismo requieren tiempo y dependen de nuestra
voluntad de priorizar. No debemos sobreestimar nuestras capacidades. La cruda
realidad es que tenemos que sacrificar otras diez cosas que no haremos hoy para
tener el tiempo necesario que requiere cuidar adecuadamente de nuestro cuerpo y
nuestra mente. Es precisamente por esta razón que las prácticas de visión
descritas anteriormente son tan importantes. Si visualizamos que nuestro cuerpo
y nuestra mente son la morada de los aspectos despiertos de la vida, estaremos
motivados a cuidarlos con cariño. Podemos recordar lo que dijo un gran maestro
guerrero de la antigüedad: “Aquí en este cuerpo están los ríos sagrados, aquí
están el sol y la luna, y también todos los lugares sagrados de peregrinaje”. Al contemplar el cuerpo como sagrado,
recordamos que tratar nuestro cuerpo y mente con amabilidad son facetas
indispensables de nuestra práctica diaria.
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Es muy reconfortante que te digan que es bueno cuidar de uno mismo. Da una sensación de descanso espiritual y paz interior. Gracias.
ResponderEliminarLa amabilidad empieza por uno mismo. A partir de un corazón tierno y abierto surge la acción en beneficio de los demás, pero si no nos cuidamos a nosotros mismos con cariño y nos tratamos con amabilidad... ¿qué ejemplo podemos dar a los demás?
ResponderEliminarPodemos y debemos cuidarnos porque uno mismo también es parte del universo y de la maravillosa manifestación de la vida, y se merece ese cuidado, de igual manera que todos los seres que nos rodean.