¿Qué podemos hacer
ante el sufrimiento, ya sea nuestro propio dolor o el sufrimiento del mundo que
nos rodea?
Aunque
sepamos que el sufrimiento es parte de la vida, y de nuestra práctica, en
ocasiones nos encontramos con que no sabemos muy bien cómo sobrellevarlo o qué
hacer ante nuestro propio sufrimiento, o el que vemos a nuestro alrededor, para
aliviarlo un poco.
Puede
ser que tengamos algún problema de salud, una enfermedad crónica o hayamos
sufrido un accidente que nos causa mucho dolor físico. Pero también es posible
que estemos realmente preocupados por el mundo en el que vivimos, por la
naturaleza y por los seres que sufren. En muchas ocasiones podemos sentirnos abrumados
y desesperanzados por lo que sucede en el mundo, en términos de violencia, pobreza,
y destrucción medioambiental. ¿Qué práctica podemos hacer cuando estamos
viviendo con dolor físico o estamos desesperados y sin saber qué hacer ante el
sufrimiento del mundo en el que vivimos?
No podemos quedarnos de brazos cruzados y
queremos hacer algo para aliviar un poco el sufrimiento del mundo, pero también
sabemos que cuando no estamos en calma, cuando no tenemos suficiente compasión
en nosotros mismos, no podemos hacer gran cosa para ayudar al mundo. Nosotros estamos
en el centro de nuestro mundo, tenemos que hacer primero las paces con nosotros
mismos y aliviar nuestro sufrimiento, porque representamos al mundo. La paz, el amor, y la felicidad siempre
deben comenzar aquí, con uno mismo. Dentro de nosotros hay sufrimiento,
miedo, y enfado, y cuando tratamos con todo ello y nos cuidamos a nosotros
mismos, estamos cuidando al mundo.
Imagínate
un pino en medio del campo. Si ese pino nos preguntara qué debe hacer, qué es
lo mejor que puede hacer un pino para ayudar al mundo, nuestra respuesta estaría
muy clara: “Debes ser un hermoso y majestuoso pino. Ayudas al mundo siendo lo
mejor de ti mismo”. Eso también es cierto para los seres humanos. Lo mejor que
podemos hacer para ayudar al mundo es estar sanos, y ser honestos, cariñosos, y
amables con nosotros mismos. Entonces, cuando la gente nos mire, sentirán
confianza, dirán: “Si él puede hacer eso,
¡yo también puedo hacerlo!”

Hay
muchas prácticas para reducir el dolor en el cuerpo y el que producen las
emociones, y para reconciliarnos con nosotros mismos. Podemos aprender cómo reducir
el dolor físico al soltar las tensiones del cuerpo. El dolor aumenta como resultado
de la tensión, y puede reducirse si soltamos esa tensión. Podemos practicar la relajación
acostados o sentados. También podemos practicar la relajación cuando caminamos,
y con cada paso puedes ir soltando las tensiones. Camina como una persona
libre, suelta todas las cosas, no cargues con nada, y siéntete ligero. Siempre
llevamos una carga con nosotros, y debemos aprender cómo soltar esa carga para
sentirnos ligeros. Si te sientas, caminas, o te acuestas de esa manera, es muy
fácil soltar las tensiones y reducir el dolor.
No
debemos amplificar el dolor exagerando la situación. Cuando sintamos dolor, ya
sea físico o mental, debemos reconocerlo como lo que es y no exagerarlo. Te puedes
decir a ti mismo: “Cuando respiro sé que
esto es tan solo un dolor físico menor. Puedo hacer las paces con él y hacerme su
amigo. Incluso puedo sonreírle”.
Si reconoces el dolor tal y como es sin exagerarlo,
puedes entonces hacer las paces con él, y no sufrirás tanto. Pero si te enfadas
y te revelas contra él, si te preocupas demasiado imaginando que vas a morir muy
pronto, entonces el dolor se multiplicará cien veces, será un sufrimiento extra
producido por la exageración. No dejes que suceda. Esto es muy importante: No exageres
y amplifiques el dolor. Relaja las tensiones, cuídate con cariño, y muestra al
mundo, como ese majestuoso pino, lo mejor de ti mismo.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.