Cada momento de la vida esconde maravillas si permitimos que nuestra
atención se fije en lo que hay por debajo de lo superficial.
Los gatos suelen encontrar
fascinantes los pequeños crujidos en los rincones y otros sonidos, les dejan
desconcertados, atentos, observando si de un momento a otro va a salir algo de
allí con lo que poder jugar. Como animales, no tienen mucha elección a la hora
de escoger lo que captura su atención. Pero nosotros, como humanos, podemos
elegir nuestros propios objetos de fascinación. Incluso podemos elegir
fascinarnos con las cosas más ordinarias. Ese giro crítico depende de dónde
ponemos nuestra atención.
Por naturaleza, apreciamos
los aspectos novedosos de la experiencia. Sin embargo, la búsqueda de lo
novedoso puede convertirse en un fin en sí mismo. Sin darnos cuenta, podemos
sentir que nuestra vida tiene que incluir siempre algo nuevo, algo excitante.
Si esta forma de relacionarnos con la vida continúa durante largos periodos, el
corto alcance de nuestra atención reduce los típicos quince minutos de gloria a
quince segundos. Acabamos como efímeros insectos, con nuestra atención
revoloteando constantemente de una cosa a otra, sin permanecer en nada más de
un momento antes de irse rápidamente a otro lugar.

El ritmo y textura de la
respiración varía ligeramente como todo lo demás. Aunque el entrar y salir del
aire en el cuerpo al respirar parece un círculo repetitivo sin fin, donde cada
inhalación y exhalación son idénticas, cuando prestamos una mayor atención,
empezamos a darnos cuenta de sutiles variaciones en el fluir de nuestra
respiración. Asentando nuestra mente sobre ella, encontramos que la respiración
es en realidad interesante y particularmente cautivadora al observarla. Tenemos
la idea de que la respiración es rutinaria, vulgar, y aburrida, pero, la misma
acción de respirar, tal y como está sucediendo ahora mismo, puede ser constantemente
fascinante.
- Siente tu respiración según se mueve el aire ahora mismo por tu nariz.
- Asienta tu mente en esa sensación de la respiración según sale y entra el aire.
- Presta atención a las fluctuaciones naturales en el patrón de tu respiración, su lentitud o rapidez, superficialidad o profundidad.
- El sencillo acto de respirar mantiene con vida tu cuerpo y tu mente.
- Deja que la conciencia de tu respiración ocupe toda tu atención. Observa si puedes ser consciente de la respiración incluso cuando se dispersa por dentro de todo tu cuerpo.
- Intenta darte cuenta de dónde acaba la respiración y comienza el resto de tu cuerpo. Puedes sentir que todo tu cuerpo participa en la respiración ya que tu sangre transporta el oxígeno obtenido en los pulmones.
- El cuerpo respira y puedes sentirlo como una energía chispeante.
- Lleva a cabo este ejercicio con una sensación infantil de fascinación y ¡disfruta de la maravilla de ser capaz de respirar!
Si el simple acto de
respirar puede ser cautivador, entonces estar en un atasco de tráfico o
escuchar una historia aburrida puede ser también fascinante. Cada momento de la vida esconde maravillas
si permitimos que nuestra atención se fije en lo que hay debajo de la
superficie. La práctica de la atención abre la puerta a los encantamientos,
y abrimos esa puerta al darnos permiso para estar aquí, en este preciso
momento. No tenemos necesidad de correr desenfrenadamente en una persecución
incesante de la siguiente chispa y destello para que nuestra vida sea
interesante. Dejar las redes sociales y nuestro móvil para prestar atención a
las maravillas de simplemente existir, aquí y ahora, enriquece mucho más
nuestra experiencia de vivir. En vez de conectar la televisión para estimularte
y satisfacer tu sed de conexión, siéntate un rato y conecta con la maravilla
que es tu propia vida según fluye en su incesante sucesión de respiraciones.
¡Fascinante!
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