ABANDONAR LA ARROGANCIA

Cuando abandonamos la arrogancia, y somos amables en lugar de agresivos, es entonces cuando podemos percibir el verdadero brillo del universo.

Antes de poder invocar plenamente la magia en nuestra vida, hay ciertos obstáculos que debemos superar. Una de las cosas fundamentales que tenemos que hacer para que brille la magia, es crear un espacio auténtico de amabilidad. Para conseguir esto, debemos en primer lugar superar y abandonar la arrogancia, que es el principal obstáculo a la amabilidad. La arrogancia surge al quedarnos fascinados con el “yo”, y mantener los puntos de referencia del “yo” y el “otro”.

Podemos estudiar los principios guerreros y otras enseñanzas sobre cómo estar presentes, cómo conectar con la esencia de nuestro corazón, y cómo manifestar nuestra energía interior, pero si hacemos todo eso considerando que estamos logrando algo, que es un logro personal, estamos equivocándonos, estamos desviándonos del objetivo de nuestro camino. En lugar de estar trabajando con nosotros mismos para ser personas más amables, con una mente y un corazón más abierto, estaremos cayendo en una actitud y un estado de suprema arrogancia. Podemos pensar: “Soy capaz de manifestar la magia en mi vida, de utilizar mi energía interna, y me siento fenomenal por ello. He conseguido alcanzar un estado de comprensión y sabiduría muy elevado ¡soy magnífico!”.

Pero un verdadero guerrero está libre de arrogancia y es amable con los que le rodean, y con el mundo en general. El guerrero se comporta con amabilidad, es educado y no es agresivo con los demás. Pero tampoco es amable simplemente por cortesía, por buena educación, porque “tiene” que comportarse de esa manera para dar buena imagen. El guerrero es amable porque realmente se interesa por los demás, los tiene en consideración en sus actos y en su forma de vivir. Los verdaderos guerreros y guerreras son personas auténticas, que tratan con cariño a los demás y a sí mismos. Toda la disciplina del guerrero, las formas de comportarse, de actuar, de hablar, tienen el objetivo de enseñarle a despertar ese interés genuino por los demás, por su mundo, por la vida en general.

Podríamos pensar que, si somos educados y tenemos buenos modales, seremos buenos chicos y pareceremos encantadores para los demás, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que si nos comportamos de malos modos eso molestará a otros, que a su vez aprenderán a comportarse así molestando a su vez a otras personas.

El guerrero no se comporta bien para sentirse mejor o superior, sino para manifestar su respeto hacia los demás, por eso cuida su forma de comportarse. Saludar a alguien, y hacerlo correctamente, demuestra consideración por los demás. Los rituales en la vida del guerrero son parte de su entrenamiento para cultivarse a uno mismo y ser capaz de ofrecerse a los demás de una manera sincera. Su disciplina es fundamental para abandonar la arrogancia y librarse de ese obstáculo que le separa de los demás.

Normalmente, pensamos que los peligros y amenazas vienen desde afuera, pero las sociedades, y también las personas, se destruyen desde dentro, no por los ataques externos. Podemos temer que venga un enemigo exterior a atacarnos de múltiples maneras, pero lo único que de verdad es capaz de destruirnos está en nuestro interior. La arrogancia es capaz de destruir nuestra amabilidad, y si perdemos la amabilidad también perdemos la capacidad de estar abiertos y despiertos, por lo que no seremos capaces de utilizar nuestra intuición para ofrecernos a los demás de la manera más adecuada, y acabaremos siendo agresivos.

La agresión lo contamina todo, el espacio que nos rodea, nuestra mente y nuestro corazón. La agresión no dejar lugar para que se manifieste la magia, convierte el espacio en una atmósfera turbia y pesada que repele toda manifestación mágica de la vida. Cuando un lugar está tan lleno del “yo” y de “nuestro rollo personal”, nadie con un mínimo de sensibilidad y sensatez se siente atraído hacia allí, ni siquiera a uno mismo le apetece estar allí.

Un ambiente agobiante lleno de personas arrogantes repele la magia. Pero, cuando en un ambiente así entra un auténtico guerrero, humilde y libre de agresión y arrogancia, probablemente serán esas personas pagadas de sí mismas las que empiecen a sentirse “extraños”. Sentirán que no pueden continuar con ese despliegue de arrogancia, porque ha entrado alguien que no les seguirá el juego. No podrán seguir pavoneándose y seguramente se irán a otro lugar. El guerrero se quedará solo en la habitación.

Entonces, es muy posible que, al cabo de un rato, empiecen a entrar en esa habitación otras personas, buscando un ambiente fresco y limpio. Personas sin arrogancia, amables y no agresivas. El ambiente de la habitación habrá cambiado totalmente, ya no será un espacio pesado y oscuro, sino fresco y alegre. Es entonces cuando, poco a poco, puede ir entrando esa magia natural que nos ofrece la vida y manifestarse en los pequeños detalles.

Cuando los jóvenes guerreros entran en un espacio en el que pueden experimentar la magia, donde se manifiesta la realidad de la vida sin ningún tipo de engaño, se dan cuenta que pueden apreciar todo lo que les rodea, que las cosas más ordinarias de la vida se manifiestan en todo su esplendor. Ese es el principal motivo de invitar a la magia en nuestra vida: para ser capaces de apreciar plenamente la realidad de nuestra vida. Las personas arrogantes están tan centradas en sí mismas que no pueden ver la intensidad y variedad de matices de la vida que les rodea.

Si abandonamos la arrogancia y la agresión para ser realmente amables con nosotros y con los demás, podremos percibir el auténtico esplendor del universo. A cada paso, en cada pequeño detalle, estaremos descubriendo algo nuevo que no habíamos visto hasta entonces. Cada día haremos nuevos descubrimientos de nuestro mundo, adonde sea que vayamos, el mundo se manifestará con toda su riqueza convirtiendo nuestra vida en algo mucho más interesante y digno de apreciar.

Todo nuestro mundo está lleno de aspectos, colores, seres, e infinidad de manifestaciones de la vida, que merecen nuestra atención. Tal vez veamos hoy un árbol especialmente majestuoso, un pajarillo picoteando alegre unas migas de pan, o los rayos del sol colándose entre las nubes. Cuando somos capaces de ver estas pequeñas cosas, esas manifestaciones directas y auténticas de la realidad, podemos sentir que la magia siempre está ahí, a nuestro alrededor, en nosotros mismos.

No podemos dejar escapar estos momentos maravillosos que nos ofrece continuamente nuestro mundo. Tenemos que aprovechar cada oportunidad, cada ocasión de apreciar la vida que encontramos en nuestro camino. La capacidad de invocar la magia en nuestra vida surge de nuestra curiosidad y del auténtico interés por el mundo que nos rodea, sin ningún tipo de arrogancia. Es entonces cuando podemos verdaderamente apreciar nuestro mundo, y cada una de las diferentes facetas de nuestra vida, hermosa e intensa.


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