Cuando somos precisos
y afables al relacionarnos con nuestro mundo, podemos realmente ver cómo ese
momento y esa situación se llenan de auténtico poder y un brillo especial. Pero
si intentamos hacer algo de una manera artificial, fabricando desde nuestro ego
las condiciones necesarias, nunca brillará la magia en lo que hagamos.
El mundo en el que vivimos es cambiante y caprichoso, y en
muchas ocasiones despiadado. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado si seríamos
capaces de superar una situación inesperada, o si la situación acabaría
superándonos a nosotros? En general, no parece que tengamos muy claro si
dirigimos nuestra propia vida, o si la vida nos conduce por donde quiere.
Parece que, cuanto más nos esforzamos en beneficiarnos del mundo en el que
vivimos, cuanta más forzamos las cosas y más agresión utilizamos para eliminar
obstáculos de nuestro camino, más estamos a merced del mundo.

Esa magia no es obra de espíritus o dioses, es en esencia la
conexión de nuestra más profunda sabiduría con la poderosa energía del mundo
tal cual es. Cuando somos capaces de unir esos dos aspectos, empezamos a
descubrir que la magia está en todas partes, y puede llenar nuestra vida.
Pero ¿cómo podemos conectarnos con esa energía? Aunque esa
magia natural está siempre a nuestra disposición en todo lo que nos rodea,
¿cómo podemos descubrirla? Esa magia es una energía que está más allá de la
agresión, por eso, no podemos conectar con ella si no experimentamos en
nosotros mismos la afabilidad. No descubrimos la magia por casualidad, debemos
ser verdaderamente afables y estar abiertos para poder entrar en contacto con
esa magia natural que nos rodea. No hay otra manera de descubrir esa energía
libre de agresión, esa energía mágica, en nuestro mundo. El entrenamiento
del guerrero, la disciplina que mantiene en su vida para abrir su corazón y su
mente, es la base para vivir la magia.
Una vida oscura, que se basa en el miedo a sentirse a uno
mismo y en el miedo a morir, no puede conectar de ninguna manera con esta magia
fundamental. El mundo de la oscuridad, en el que reinan la cobardía y la
agresión, no deja ningún espacio para la magia, ninguna oportunidad de poder
vivir experimentando el brillo y la autenticidad de la realidad.
La forma de llenar nuestra vida de magia, y lo contrario a vivir
en la oscuridad, es expresar la verdadera esencia del corazón del guerrero, esa
auténtica bondad que reside en nuestro interior, que no se basa en la
arrogancia ni es agresiva, ese inmenso espacio interior lleno de afabilidad. Esa
es la forma de recorrer el camino del guerrero.
Expresar la valentía de nuestro corazón, avanzando a pesar
del miedo que intenta inmovilizarnos, es la base de este camino de
conocimiento. Esa es la única forma de llenar de magia nuestra vida: manifestar
la valentía a cada paso. La valentía significa ser auténtico, sin engañarnos a
nosotros mismos, sin dudar de nosotros, porque esa duda es la que nos
desconecta de la energía fundamental de nuestro ser. La magia sólo aparece en la vida cuando mantenemos un espacio adecuado
para que se manifieste. En cuanto aparece el engaño, por pequeño que sea, la
magia desaparece. Se podría decir que la “magia” del mundo oscuro es el
engaño.

Al desarrollar la valentía, el guerrero conecta con las
cualidades esenciales de la existencia. Esa valentía hace que el mero hecho de
vivir haga brillar las auténticas cualidades del mundo en el que vivimos, y de
nosotros mismos. De esta forma conectamos con esa energía mágica del mundo, una
magia que está siempre ahí, a nuestra disposición. Realmente podemos llenar
nuestra vida de poder, de fuerza y sabiduría esencial que surgen del mismo
universo.
Una vez conectamos con esa magia natural, nos planteamos lo
que podemos hacer en nuestro mundo para que esa energía esencial de la magia se
manifieste en nuestra vida diaria. Descubrimos entonces que podemos
organizar en cierta manera nuestro mundo para atraer esa magia a nuestra vida,
y así impregnarla de claridad y elegancia: con la magia externa o física, con la magia
interna o personal, y con la magia
profunda.
Lo primero que podemos hacer para llenar de magia nuestra vida es
empezar por los aspectos más externos o
físicos, ya sea en nuestra casa o en nuestro lugar de trabajo. Es fundamental cuidar y organizar
adecuadamente ese espacio que nos rodea, porque en el caos y el desorden no se
puede manifestar la magia. Pero tampoco es necesario ser expertos
decoradores, ni gastarnos una fortuna en los muebles para crear un ambiente
“perfecto”. El guerrero provoca la magia externa creando armonía en su entorno,
lo que le ayuda a prestar más atención a los detalles y ser más consciente,
porque los aspectos físicos que le rodean le impulsan a mantener su disciplina.
Al organizar nuestro entorno físico debemos tener muy en
cuenta a los demás, creando un ambiente acogedor para poder compartir nuestro
mundo con otros, para estar disponibles para los demás. Cuando manifestamos en
nuestro mundo precisión y amabilidad, hacemos brillar esa situación con
auténtico poder. Esa magia y ese poder no pertenecen a nadie, ni pueden ser
creados por el ego, pero siempre están a nuestra disposición.
La actitud de respeto hacia lo sagrado provoca la magia. Si
consideramos un espacio sagrado, si lo cuidamos con nuestra mente y con el
corazón, podemos convertir una simple choza en algo tan majestuoso como un palacio.
Es precisamente esa consideración de espacio sagrado lo que le da su grandeza a
una gran catedral o a otros edificios imponentes, cuya impresionante presencia
no depende sólo de su estructura o materiales empleados en su construcción. Hay
ciertos lugares en los que no podemos evitar sentir una atmósfera especial.
La magia externa se relaciona con la organización de nuestro
entorno para convertirlo en un espacio sagrado. Comienza organizando nuestro
espacio personal, nuestro hogar, pero podemos trasladarlo también a toda una
ciudad.
La magia interna
tiene que ver con nuestro cuerpo, con sentir la unificación de todo nuestro
cuerpo, en el que cada una de sus partes está relacionada con las demás, sin
conflicto entre ellas, formando una sola unidad. Todo lo que percibimos a
través de nuestros sentidos se funden en una unidad, una esencia básica del
ser, una expresión sana y singular.

La magia interna se da en nuestra vida cuando no cedemos a
la seducción de la informalidad y la despreocupación, y nos vestimos dignamente
con la ropa adecuada para cada ocasión, aunque suponga sentir alguna
incomodidad por llevar una corbata o sentir la ropa ceñida al cuerpo. Hay que
recordar que relajarse no es abandonarse, porque la despreocupación y el
abandono, aunque lo pueda parecer, no nos ofrecen ninguna verdadera libertad.
Cuando el guerrero se viste bien, su ropa se convierte en una armadura que le
inspira y expresa su dignidad.
La magia interna también se da cuando nos relacionamos
adecuadamente con lo que comemos, cuando prestamos atención a nuestra
alimentación. No es necesario que comamos de forma exquisita o gastemos mucho
dinero en comer, pero podemos planificar buenas comidas, sanas y nutritivas, y
disfrutar al prepararlas, al comerlas, y también al limpiar y recoger después
de comer. Ser más conscientes de cómo usamos nuestra boca también puede atraer
esa magia interna. Con la boca comemos, bebemos, fumamos, hablamos, besamos…
La boca es como un gran agujero por donde pasa de todo.
Intentemos no usarla como un basurero sino con respeto y atención. Tal vez ni
siquiera sea necesario utilizarla tanto como solemos hacerlo. No es necesario
que estemos comiendo o consumiendo constantemente lo que se nos ofrece para
apreciar el mundo que nos rodea. Podemos tomarnos el tiempo necesario para
comer con tranquilidad, sin prisa y sin excesos, saboreando y apreciando lo que
estamos comiendo.
Tampoco es necesario que hablemos continuamente, soltando por la boca
todo lo que se nos ocurre. Podemos hablar lo que sea necesario, amablemente y
con calma, y luego callar, para que la otra persona pueda también expresarse, o
simplemente para disfrutar del silencio.
Lo más importante para atraer la magia interna es sincronizar
nuestro cuerpo con el mundo en el que vivimos, buscando la armonía al
conectarnos con nuestro entorno. Cada cosa que hacemos externamente expresa
cómo nos sentimos en nuestro interior, con nosotros y con nuestro mundo.
Nuestros actos manifiestan si realmente nos apreciamos a nosotros mismos, si
nos tratamos con cariño o estamos enfadados, si tenemos una buena relación con
el mundo que nos rodea o estamos incómodos y en discordancia con él. Cuando
nuestro cuerpo se comporta en total armonía con su entorno, entonces aparece la
magia interna.

Al experimentar ese caballo de viento sentimos que estamos
de manera plena y poderosa en el momento presente, estables en nuestro sitio y
sin dejarnos llevar por la confusión de la vida. Esta energía del caballo de
viento no sólo nos impulsa a movernos avanzando en nuestra vida, también
implica saber diferenciar lo que es adecuado o no de una manera práctica, nos
da la habilidad de movernos por la vida de forma natural y fluida, a la vez que
estables y manteniendo el equilibrio.
Aplicando en nuestra vida la magia interna y externa provocamos ese
viento poderoso, del que podemos disfrutar al sentir cómo la inspiración y la
fuerza natural brillan en nuestra vida. Al hacer surgir esa energía, ese
caballo de viento, podemos acoger cualquier cosa que aparezca en nuestra mente
sin problema ni dudas. Al promover la magia profunda poniendo en movimiento el
caballo de viento en nuestra vida, nos encontramos con una actitud presente y
abierta, pero libre de parloteos internos y de dudas. Vivimos cada momento tal
cual es, fresco y sin contaminar, un momento auténtico. Experimentar ese preciso momento tal cual es, la esencia del aquí y
ahora de nuestro corazón, es la magia profunda. De manera inmediata
conectamos con la vasta visión y profunda sabiduría del espejo universal.
Cuando tenemos esa experiencia de inmediatez y profundidad,
esa magia profunda, también nos damos cuenta que en esa experiencia podemos
reunir la inmensidad de la sabiduría fundamental y la sabiduría de las antiguas
tradiciones con la realidad de la vida actual. Y así empezamos a ver cómo
podemos crear el mundo sagrado del guerrero.
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Me ha gustado mucho este artículo. A veces se me olvida que la magia empieza en algo tan sencillo como el orden de nuestro entorno. A veces dicen que uno se pone a ordenar la casa para ordenarse por dentro, y lo cierto es que funciona.
ResponderEliminarUn abrazo ^^
Es cierto. La magia está siempre a nuestro alrededor, pero debemos prestar atención para descubrirla en los pequeños detalles y preparar el terreno para que se manifieste. Mantener un entorno limpio y en orden es una forma de facilitar que la magia brille en nuestra vida.
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