Recitar o salmodiar textos y
enseñanzas puede ser una expresión de unidad, con la esencia del estado
despierto de la mente, con los compañeros de viaje en nuestro camino al
despertar, y con el mismo Universo.
En las enseñanzas guerreras, los cánticos o salmodias siempre
han formado parte de las prácticas esenciales. En su origen, tanto la
recitación como el cántico se usaba como formas de memorizar las enseñanzas, y
también como expresión de compromiso.

El cántico no es activo ni pasivo, es receptivo. Se realiza
el cántico para poder recibir la espontánea energía cósmica de la ausencia de
ego, de la vacuidad, de la unidad. De esta forma, en lugar de ser la inductora,
la persona que realiza el cántico es el recipiente de la energía del despertar,
la vasija receptora de la sabiduría y la compasión del Universo. Este concepto
está presente en muchos cánticos en los que nos confiamos a la energía cósmica.

Aunque algunos cánticos pueden tener una melodía, la mayoría
son más bien monótonos, ya que las prácticas contemplativas se basan en la
ecuanimidad y la calma. Los cánticos guerreros transmiten una profunda
conciencia de la unidad cósmica. Aunque, a pesar de que el énfasis se pone en
la ecuanimidad, la calma, y el flujo contemplativo del cántico, también hay una
profunda alegría que surge de la sensación de liberarse de las ataduras del
apego y el sufrimiento, y del sentimiento de compasión e interdependencia con
todos los seres.
Si realizas el cántico en grupo, a veces sentirás cómo tu voz
se mezcla más fácilmente con las voces de los demás. Aún así, al mezclarnos con
los demás, no perdemos nuestra individualidad, más bien nuestra individualidad
enriquece el sonido del canto grupal y, de hecho, la energía del grupo cantando
es mayor que la suma de sus partes. Cada una de nuestras voces lleva la huella
de nuestra personalidad y experiencias. La vacuidad, o ausencia de ego, es
inseparable de las múltiples manifestaciones de la forma.

Si quieres experimentar esta forma de practicar, con
cánticos, letanías o salmodias, puedes seguir estos tres sencillos pasos:
1.Prepara el espacio
Escoge un canto como
el Sutra del Corazón, un homenaje a los seres despiertos, o una súplica
invocando las energías protectoras del universo. Si no conoces la forma de
cantarlo, puedes buscar alguna grabación online de ese texto para orientarte, o
simplemente recitarlo con un ritmo pausado pero continuo cuando llegue el
momento. Busca o crea un espacio contemplativo con un sencillo altar, que puedes
crear con una imagen inspiradora, como una estatuilla o un lienzo, una vela y
una flor. Enciende una barrita de incienso y, si dispones de ella, coloca un
cuenco o campana cerca de tu cojín de meditación o asiento, que habrás colocado
de cara al altar.
2.Prepara cuerpo y mente

3.Deja que el canto se desarrolle
El poder del canto
surge de lo más profundo de tu interior, según vas soltando el deseo de tu
mente dualista de controlar la realidad. Así que deja que se desarrolle el
canto. Céntrate más en el sonido continuo del canto que en el significado de
las palabras. Con el tiempo, según tu canto se va haciendo más profundo y vas
entrando en el flujo de la unidad más allá de las palabras, el significado se
hará evidente de forma natural.
Para acabar, toca de nuevo la campana y haz
otra inclinación.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.