LA MAGIA ESTÁ EN TODAS PARTES

En cualquier momento podemos conectar con el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos. Podemos encontrar cierta magia en todas partes, en todo lo que nos rodea, porque podemos percibir su cualidad de vida.
En la actualidad parece que se ha perdido la capacidad de apreciar lo sencillo, la simplicidad. Parece que todo tiene que ser cada vez más complejo, y más rápido, para ofrecer más placer y comodidad, pero eso trae consecuencias, genera problemas. Vivimos en un mundo tan mecanizado que no tenemos que esforzarnos ni en pensar, para eso tenemos los ordenadores. No necesitamos ni contar, tenemos las calculadoras. Hoy en día, lo más popular es la comodidad y lo informal, porque se busca la eficiencia y se ha olvidado la importancia de apreciar las cosas.
El entrenamiento del guerrero vuelve a conectarnos con la realidad, aquí y ahora, para poder seguir avanzando sin olvidarnos de apreciar la sencillez, y sin desconectarnos de la tierra que nos acoge. El momento presente, el ahora, une la sabiduría del pasado con los desafíos que encontramos en el presente. Y para redescubrir el ahora, para descubrir su fundamento, debemos mirar atrás para ver de dónde venimos, cuál es nuestro origen. Pero no mirar atrás en el tiempo, sino en nuestra propia mente, para ver qué había antes de que creáramos nuestra historia, antes de que surgieran nuestros pensamientos. Si mantenemos el contacto con esa tierra virgen, con ese estado original, no nos confundirán las ilusiones del pasado y el futuro, y podremos permanecer constantemente en el momento presente.
Ese estado de claridad de nuestro ser es semejante a un espejo, un espejo universal que no depende de nada y no reacciona ante lo que refleja, no se pone a favor ni en contra en ninguna situación. Ese estado primordial del ser no está condicionado por nada porque, como un espejo, lo acoge todo, lo refleja todo, lo agradable y lo desagradable, la totalidad y los detalles, y sigue siendo tal cual es.
Para mirar atrás, a nuestro ser original, y experimentar esa cualidad del espejo universal, sólo tenemos que relajarnos. Pero relajarnos no en el sentido de abandonarnos o entretenernos, sino relajar la mente, soltar todo lo que nos ata y limita, como la angustia, las ideas y conceptos, y la depresión o el desánimo. La forma de relajar la mente es dejándola descansar en el momento presente, en el ahora, con la práctica de la meditación. La práctica de la meditación se relaciona con la renuncia a la estrechez de miras y al propio territorio personal. Cuando meditas, no estás ni a favor ni en contra de tu experiencia, sea la que sea. No tienes prejuicios sobre lo que surge en tu mente, dejas que las cosas sean como son, sin juzgar lo que hay, aprendiendo simplemente a ser, y a expresar sin conceptos y de una manera directa tu experiencia de vida. Ese es el estado de relajación que nos da la oportunidad de tener la experiencia del momento presente de ese espejo universal. Realmente, ya es en sí misma la experiencia de ese espejo universal, fundamental y auto existente.
Si podemos relajarnos al ver caer las gotas de lluvia, y somos capaces de experimentar su autenticidad, podemos entonces darnos cuenta de que la realidad es incondicional, que simplemente es como es, que las cosas son como son, sin estar a mi favor o en mi contra. En ese momento estaremos experimentando ese estado del espejo universal y su sabiduría. Podremos ver entonces cualquier cosa como algo ordinario y sencillo, pero al mismo tiempo apreciando el valor que tiene por el mero hecho de existir.
Vivimos en un mundo inmenso y rico, lleno de todo tipo de percepciones que nos alcanzan. Experimentamos continuamente infinidad de sonidos, visiones, sabores, y sensaciones. No hay límites para lo que percibimos, de forma que las mismas percepciones son fundamentales en su esencia, van más allá de los pensamientos. Son infinitas las percepciones que están a nuestro alcance, más allá de lo imaginable, infinitos sonidos, formas, colores, y sentimientos.
Cuando hablamos de percepción, no nos referimos solo a lo percibido, sino al conjunto de la experiencia de percibir, a la interconexión de la conciencia, los órganos de los sentidos y sus campos respectivos de actuación, y a los objetos percibidos.
Hay tradiciones que consideran las percepciones peligrosas o dañinas, porque desencadenan o fomentan los deseos mundanos. Pero en la tradición del guerrero, que no es religiosa, las percepciones son consideradas como algo sagrado, como algo bueno en sí mismo. Las percepciones son algo natural en los seres humanos, un regalo, y una fuente de sabiduría. A través de las percepciones, de lo que vemos, oímos, y demás, nos comunicamos con el mundo que nos rodea. Y debido a la inmensa capacidad de percibir podemos conectar y comunicarnos con lo más profundo de nuestro mundo.
Nuestras capacidades sensoriales nos permiten acceder a una gama de posibilidades de percepción mucho más profundas. Podemos ir más allá de las sensaciones ordinarias, y percibir matices y sensaciones desde lo más profundo de nuestro ser. Pero esto sólo se puede conseguir a través del entrenamiento y la profundización en la práctica de meditación, que disipa la confusión y permite que experimentemos una percepción mucho más precisa y sabia en el ahora, en cada momento presente.
Cuando meditamos experimentamos la respiración al entrar y salir, ponemos en ella nuestra atención y la sentimos con precisión. Sentimos cómo sale el aire y se disuelve en el espacio, lo sentimos con bondad y precisión, de una manera tan extraordinaria y nítida que las habituales preocupaciones que nos ocupan se disuelven también perdiendo su importancia en ese preciso momento. En cierta manera, la meditación hace surgir lo extraordinario, porque abre todos nuestros sentidos de forma que nuestra experiencia, sea la que sea, tiene una claridad y precisión fuera de lo habitual.
Habitualmente, tenemos unas percepciones limitadas, acomodando lo que percibimos a nuestro esquema de vida familiar, que nos da seguridad y comodidad. No permitimos que nuestro corazón se abra a un mundo más vasto y profundo, interpretando continuamente nuestras percepciones según nuestros esquemas familiares, sin darnos la oportunidad de una percepción más allá de nuestros límites. Pero existe esa posibilidad de superar nuestras interpretaciones y prejuicios personales, podemos zambullirnos en un inmenso océano de percepciones si abrimos nuestro corazón a esa experiencia. Siempre podemos hacer esa elección, entre poner límites a nuestra experiencia, dejando fuera de ella lo inabarcable, o abrir el corazón sin miedo para dejar que el mundo y la vida nos toque con toda su profundidad.
Cuando nos damos la oportunidad de percibir el poder y la inmensidad del universo en nuestra experiencia, descubrimos la magia que está en todas partes. La magia de descubrir la sabiduría natural que hay en el mundo, una sabiduría que no comienza y acaba, que no depende de nada, que simplemente es, el espejo universal que refleja todas las cosas. Esa cualidad mágica de la existencia, esa sabiduría natural, está más allá de los conceptos y de los conflictos. Esa magia es el poder y la sabiduría fundamental del mundo, que no depende de nada y va más allá del dualismo y los contrarios, superando los conflictos y la agresión. Esta magia natural es el poder y la sabiduría del espejo universal, reflejándose en nosotros y en todo el mundo que percibimos, la magia que está en todas las cosas.
Para poder descubrir esta magia, debemos darnos cuenta que nuestra propia sabiduría es parte de ese poder que tienen el mundo tal y como es. Todo es como un reflejo de la sabiduría primordial del espejo universal. Por eso, no existe realmente la dualidad en sí misma, no estamos separados de nuestro mundo, formamos parte de un todo inmenso que se manifiesta en infinitas formas y percepciones. Cuando somos capaces de experimentarnos siendo uno con el universo entero, podemos percibir la inmensidad y el poder de este mundo, sintiendo que estamos conectados con lo más profundo de nuestro ser, y con el mundo entero. Entonces descubrimos la magia.
No es un descubrimiento intelectual, sino una vivencia auténtica al percibir la realidad. Un aroma, un sonido, un color, cualquier percepción puede conectarnos con la realidad de una manera profunda y extraordinaria. No hace falta que lo que percibimos sea agradable o especialmente bonito, podemos tener esa experiencia percibiendo cualquier cosa, tal y como es, sin importar sus cualidades aparentes, simplemente apreciando su existencia. Realmente hay magia en todo lo existente, es la cualidad de la vida. Siempre hay algo real y vivo en todas las cosas, en todas las experiencias, en todos los momentos.
Al ver las cosas tal y como son, y apreciarlas de esta manera, todo cobra sentido, hasta el más mínimo detalle: las hojas, el viento, las rocas, el agua… Percibimos en todo el caos y la armonía. De esta forma podemos apreciar realmente todas las facetas de la realidad, sin limitarnos exclusivamente a la belleza o lo agradable.
El descubrimiento de la magia consiste en conectar con nuestro mundo, en establecer lazos con él, así cada percepción se convierte en excepcional y única. La magia es ver con el corazón, para hacer visible lo que no se ve con los ojos, para ver la magia viva de la realidad.
Esta magia es como una fuerza individual que existe realmente en cada cosa. No sólo es un principio de magia que existe en general, sino que podemos encontrarnos con la magia específica de cada cosa, de cada elemento. Es la magia como elemento de la realidad, del agua, del fuego, de la tierra, del viento… es esa energía pura y esencial de la naturaleza, es cualquier cosa que nos pone en contacto con las cualidades esenciales de la realidad, cualquier cosa que nos hace experimentar la percepción en toda su profundidad.
Podemos encontrar la magia en las rocas, en los árboles, en las montañas, en la lluvia, en la nieve, en el polvo flotando en el aire. Realmente, todo lo que existe, todo con lo que nos encontramos en la vida, son estos elementos mágicos de la realidad, del mundo que nos rodea. Al conectar con esa esencia fundamental de nuestro mundo, en ese mismo instante nos encontramos con la magia. Todos somos capaces de vivir y experimentar esta esencia de la vida, siempre tenemos a nuestro alcance la oportunidad de descubrir la magia en cualquier cosa que nos rodea, siempre tenemos esa posibilidad.
Podemos encontrar esta magia, por ejemplo, cuando practicamos ikebana (arreglos florales japoneses), porque no se rechaza ninguna rama por ser fea. Siempre podemos incluir ese elemento en el conjunto, simplemente es cuestión de encontrar cuál es su lugar en esa situación, en ese pequeño universo de ramas, flores y agua. Esa es la clave, ser capaz de ver cuál es su sitio en la vida, cuál es su función. Por eso, el guerrero no rechaza nada, porque abre su corazón y su capacidad de percibir y apreciar todo lo que se encuentra en su camino, para conectar con la magia de la realidad.
La magia, aunque no la veamos, siempre está ahí. Nos comuniquemos o no con ellas, ese poder mágico y esa sabiduría del mundo, de la realidad, siempre están ahí, esperando que las descubramos. Es la sabiduría del espejo universal. Si somos capaces de relajar nuestra mente, podemos establecer una comunicación con esa esencia original que es pura claridad y sencillez. Desde ahí, desde esa apertura y esa calma, podemos descubrir la magia a través de nuestras percepciones. Es así como podemos unir la sabiduría que hay en nuestro interior con una sabiduría más vasta, con una visión inmensa de la realidad que trasciende todo lo que podíamos imaginar. Descubrir la magia es algo extraordinario por lo tremendamente ordinario que es, porque sencillamente nos estamos encontrando cara a cara con la pura realidad, más allá de los conceptos y prejuicios, con la realidad mágica del momento presente.


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