Normalmente, cuando usamos la palabra “meditación”, no nos
estamos refiriendo a la meditación en sí misma, que es un estado de ser, o un
estado de la mente. En su lugar, nos referimos a una acción, como “¿has hecho
tu meditación esta mañana?” o “¿cuántas horas te sientas a meditar cada día?”
Cuando utilizamos la palabra meditación de esta manera, nos estamos realmente
refiriendo a una actividad, no a una condición de ser.
Cuando decimos “meditar sin pensar”, es realmente redundante,
porque no hay meditación pensando, por lo que entonces no tenemos que decir
meditación sin pensar. Eso es imposible. La verdadera meditación es un
estado en el que no estamos dando vueltas en la cabeza a ninguna historia.
Es otra cosa lo que sucede, es una experiencia diferente. Eso no significa que
cuando estamos meditando no surja ningún pensamiento en nuestro ámbito de
conciencia. Quiere decir que no seguimos a esos pensamientos, no pensamos. En
otras palabras, cuando estamos pensando, nos involucramos con los pensamientos
que aparecen y los seguimos. Cuando estamos pensando, hay un sujeto (yo estoy)
y un objeto (pensando). Y eso significa que hemos creado una brecha, y nos
hemos separado de nuestra propia experiencia. Eso es pensar. Pensar no es conciencia,
es lo opuesto a ser consciente. Pensar es seguir un argumento que nos aleja
del momento presente, y siempre hay una sensación de alguien que está
pensando.

Cuando nos enfadamos, siempre culpamos a alguien por lo que
nos ocurre: “Si no hubieras hecho eso, no me sentiría así”. Pero ¿no es nuestra
práctica aprender que siempre somos responsables de nuestro estado emocional?
No es culpa de nadie más. Tampoco estamos diciendo que todos los demás son
perfectos, no es eso en absoluto. Simplemente no es por ellos. Cuando sientes
algo, es por ti.
Podemos ver que nuestras experiencias previas dan lugar a las
conjeturas o suposiciones, que se convierten en nuestro recuerdo, que después
utilizamos para construir pensamientos. A menudo los pensamientos son sobre
historias pasadas, y a veces se anticipan al futuro, basándose en el pasado. No
podemos pensar en el presente, es imposible. Cuando tenemos un pensamiento
sobre algo, es una reflexión sobre ese algo. Es inmediatamente el pasado,
incluso si sólo fue un segundo antes. Si estamos pensando, siempre es sobre un
momento, un movimiento, o una acción que ya ha ocurrido, o que quizá vaya a
ocurrir: el pasado o el futuro, nunca el presente.
No podemos dejar de pensar intentando no pensar. Esa especie
de esfuerzo circular no tiene fin, y nunca lleva a ninguna realización. En su
lugar, podemos estar simplemente conscientes. Cuando miramos algo como, por
ejemplo, un arcoíris, ¿es posible simplemente mirarlo, sin situarnos
inmediatamente en el tiempo, pasado o futuro, al comentarlo: “Oh qué hermoso”?
Porque cuando comentamos algo estamos insertando un espacio, una separación,
entre nosotros y lo que estamos observando. Nos estamos separando de nuestra
experiencia.
Mientras estás leyendo esto ¿puedes simplemente leerlo, sin
estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que lees? ¿Puedes simplemente ser, sin
traer a tu mente ninguna historia del pasado, sin anticiparte al futuro, sin
añadir nada extra a la experiencia de ser? Cuando estás practicando algún
ejercicio, o entrenando, ¿estás simplemente haciendo lo que haces, o estás
observando, observándote a ti mismo hacerlo?

Es este preciso momento, siempre nuevo y abriéndose
constantemente a nuestros sentidos, antes de que surja un pensamiento o un
juicio de valor. Cuando estamos en este estado de conciencia del momento
presente, muy práctico y real, aunque indescriptible, es a esto lo que podemos
llamar verdaderamente “meditar sin pensar”.
Si observamos con atención cómo comparamos unas cosas a
otras, veremos que pensar es juzgar. Para llegar a todos nuestros juicios sobre
cada acontecimiento, emoción, pensamiento, o acción que percibimos, tenemos que
compararlo con alguna otra cosa. Si no hay comparación con algo más, entonces
no tiene un valor relativo para nosotros. No puedes decir que algo es grande o
pequeño si no lo comparas con otra cosa. No puedes decir que algo es cierto o
no si no lo comparas con algo más. No hay nada que podamos concebir que tenga
un valor intrínseco sin mirarlo en relación con algo más. Esa es la naturaleza
del pensamiento. Eso es lo que hacemos cuando pensamos. Por eso, precisamente,
cuando simplemente permanecemos abiertos, atentos y conscientes, observando lo
que sea que surja, fuera o dentro de nosotros mismos, eso es meditación, “meditación
sin pensar”.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Totalmente de acuerdo, Fernando.
ResponderEliminar