LAS ACCIONES DICEN MÁS QUE LAS IDEAS



La respuesta de los maestros guerreros ante la especulación filosófica

Durante miles de años, la humanidad se han planteado diferentes formas de ver el mundo, y ha habido disputas entre los puntos de vista materialistas, naturalistas y sobrenaturales. Unos mantienen que el mundo y el yo son puramente materiales; otros, que existe un alma que permanece para siempre. Algunos creen en la reencarnación determinada por el karma, la ley de causa y efecto, otros creen en la reencarnación no determinada por el karma, y aún otros no creen en absoluto en la reencarnación. La lista de diferentes visiones del mundo y de la vida podría ser interminable.

La respuesta de los maestros guerreros a estas controversias puede ser interesante. En lugar de entrar en el debate de estas diferentes ideas sobre cómo funciona el mundo, se enfocan en primer lugar sobre las consecuencias de crear una visión del mundo: qué tipos de acciones llevan a concebir una visión en particular, y qué tipos de acciones inspirará esa visión. Después, hay que ver si esas acciones dan como resultado más sufrimiento o menos. Sólo entonces se puede decidir qué características puede requerir una visión del mundo provisional que nos lleve a terminar con el sufrimiento.

Ese enfoque es muy sabio. El simple hecho de que sean posibles tantas visiones diferentes del mundo muestra que se han creado por deducción. Aprendemos sobre el mundo actuando en él. Aprendemos sobre los muros chocando contra ellos, y aprendemos sobre las personas intentando conseguir lo que queremos de ellas. Después, por los resultados de nuestras acciones, deducimos más sobre el mundo de lo que realmente nos han dicho las acciones en sí mismas.

Así, los maestros guerreros, en lugar de considerar reales esas deducciones, deciden enfocarse en su origen: nuestras acciones. Después de todo, las conocemos, o deberíamos conocerlas si les prestamos atención, mucho más directamente que los mundos que podemos haber deducido.

Sus conclusiones son que todas las posibles visiones del mundo son ejemplos de aferramiento, y como consecuencia de ese aferramiento hay sufrimiento. Igual que sufrimos en la actividad de crear un yo y de crear “lo mío”, sufrimos también en el proceso de crear el mundo.

El aferramiento a una visión del mundo puede tomar cuatro formas:

1) Aferramiento a una visión: el hecho de agarrarse a una visión del mundo.

2) Aferramiento a una doctrina del yo: el sentido del “yo” que va en función de esa visión del mundo junto con el sentido del “yo” como la persona que está orgullosa de apoyar esa visión.

3) Aferramiento al hábito y la práctica: un sentido de cómo tienen que hacerse las cosas, tanto para darle forma y defender a una visión, como de qué manera tienes que actuar en el contexto de las reglas de esa visión del mundo una vez formada.

4) Aferramiento a la sensualidad: fascinación con los placeres sensuales que ofrece una visión del mundo.

Desde el punto de vista de los maestros guerreros, todas estas formas de aferramiento son sufrimiento. Y lo más sabio que podemos hacer respecto al sufrimiento es comprenderlo, lo que significa ver cuál es su causa, cómo desaparece, cómo es capaz de fascinar o atraer, cuáles son sus inconvenientes, y finalmente, cómo escapar de él a través de la templanza que surge al ver que sus desventajas sobrepasan en gran manera a su atracción.

Tal vez deberíamos tomar nota de la respuesta de los maestros guerreros, y no perder tanto tiempo y energía discutiendo sobre los diferentes puntos de vista que cada uno tiene sobre el mundo, la vida, o tantas otras cosas, y mirar en su lugar adónde nos llevan nuestras acciones, o qué acciones van a provocar nuestros debates: ¿acciones sabias para crear armonía y paz? ¿o acciones que traerán más crispación y confusión a nuestro mundo?

Podemos pensar que nuestra forma particular de concebir el mundo es la verdadera o más maravillosa, pero, al fin y al cabo, lo que va a importar son cómo actuamos en la vida, con nosotros mismos y con los seres y el mundo que nos rodea. Porque las acciones dicen más que las ideas.




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