Cuando llega el momento de actuar, la
intuición y la acción deben unirse, surgiendo simultáneamente, sin ningún
pensamiento que las distraiga.
El guerrero, al recorrer su camino, se encuentra con
situaciones y momentos en los que no puede pararse a pensar, debe actuar, de
una manera sabia y consciente, pero actuar instantáneamente impulsado por su
intuición. En esas situaciones no hay ni un segundo que perder pensando cuál
será la acción correcta, se debe unir la intención y la acción en un gesto
decidido e inmediato.
Se dice que cuando el
guerrero medita no se mueve. Pero eso no significa que esté inmóvil como una
roca, sino que deja pasar los pensamientos sin verse arrastrados por ellos.
Permanecer en una perfecta estabilidad es en realidad no permanecer inmóvil. El
Universo se mueve continuamente, todo lo vivo vibra. Pero en ese movimiento
continuo podemos encontrar la calma. Así podemos descubrir que no moverse
significa en realidad moverse, estar despierto y atento, pero abierto y
estable, permanecer en calma en medio de este incesante movimiento en el que
vivimos. Igual que una peonza moviéndose a gran velocidad puede parecer
inmóvil, porque encuentra su equilibrio centrándose en el movimiento, mantener la calma en el movimiento es el
secreto del guerrero que ha
descubierto el arte de dirigir el espíritu.
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