CÓMO CULTIVAR TU MENTE DE PRINCIPIANTE




La mente de principiante es abierta, curiosa, y no está limitada por conceptos y opiniones. Hay técnicas que nos pueden ayudar a cultivar la mente fresca del principiante.


La mente de principiante es un término que describe una mente entusiasta, curiosa, sin preconcepciones, y abierta a todas las posibilidades. Un gran maestro guerrero dijo: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades. En la mente del experto, hay muy pocas”.

Una forma de invocar la mente de principiante es volver a los fundamentos de la práctica de meditación, que se basan en dos preguntas fundamentales: “¿Qué está sucediendo ahora mismo?” y “¿Cuál es mi práctica en esta situación?” Puedes emplear mucho tiempo nada más que trabajando con estas dos preguntas, y sin duda será muy provechoso.

Empecemos con la primera pregunta: “¿Qué está sucediendo ahora mismo?” Al nivel más básico, lo que está sucediendo en este momento es que estás leyendo este artículo. Pero ¿qué más está sucediendo? Puede ser útil dividirlo en tres componentes: el físico, el mental, y el emocional.

Comenzando con lo que está sucediendo físicamente, hay tres áreas específicas hacia las que siempre puedes llevar tu atención. La primera es la postura. Siéntela ahora y reajústala si es necesario. La segunda es tu expresión facial. Raramente somos conscientes de nuestras expresiones faciales. Siéntela ahora, especialmente la tensión alrededor de la boca y los ojos, y relaja cualquier tensión. La tercera es la tensión corporal general. Siente cómo estás al completo, casi como si estuvieras fuera de ti mismo, y después relájate en el cuerpo.

Después, pregúntate ¿qué está sucediendo ahora mismo mentalmente? Por ejemplo, ¿está la mente clara o nebulosa? Quizá está opaca o adormecida. Quizá está agitada. La cuestión es simplemente darnos cuenta de lo que está sucediendo en nuestra mente, sin juzgar ningún estado mental como bueno o malo.

Aquí suele ser útil hacernos otra pregunta: “¿Qué estoy añadiendo?” Por ejemplo, podemos darnos cuenta de nuestras preocupaciones, nuestros juicios, o una de nuestras interminables historias sobre cómo pensamos que son las cosas. Podemos darnos cuenta de nuestros particulares patrones de pensamiento que añadimos al momento presente y con los que tenemos la tendencia de quedarnos atrapados, como planear, conversar, o fantasear.

Después de comprobar los componentes físicos y mentales de lo que está sucediendo, comprueba tu estado emocional. ¿Estás contento, emocionalmente neutral, o descontento? De nuevo, es útil darnos cuenta de lo que estamos añadiendo al momento presente. Por ejemplo, ¿qué tono o estado de ánimo estás añadiendo? ¿estás aburrido? ¿ansioso? ¿enfadado? Date cuenta de cualquier filtro que esté oscureciendo tu mente.

Preguntar lo que está sucediendo ahora mismo y hacer comprobaciones precisas del estado físico, mental, y emocional, es el primer paso para despertar de nuestro adormecimiento. Es importante comprender que ser consciente no es como la introspección, donde podemos vagar sin fin en los laberintos de la mente. No nos preocupa el porqué del auto análisis sino el qué de quién somos.

Ser consciente no tiene que ver con recuerdos del pasado. Tampoco tiene que ver con reflexiones, libre asociación, o experiencias futuras. Ser consciente se limita a lo que realmente está sucediendo en el espacio del momento presente. La actitud es curiosa y sin juzgar. Cualquier “debería” es contrario a la auténtica conciencia.

Curiosamente, siempre hay más de una cosa sucediendo. Pero, si somos sinceros, la mayor parte del tiempo no nos damos ninguna cuenta. Y, si somos conscientes, normalmente sólo somos conscientes de un aspecto de nuestro ser, como la incomodidad física o la angustia emocional.

“¿Qué está sucediendo ahora mismo?” es la pregunta fundamental y la primera que debemos hacernos en nuestra práctica, es el primer paso para salir del sopor. La sugerencia es hacernos esta pregunta varias veces durante el día, especialmente cuando sintamos que estamos de alguna manera atascados.

Una vez que seamos conscientes de lo que está realmente sucediendo en ese momento –lo que sentimos y creemos—la siguiente pregunta crucial es: “¿cuál es mi práctica en esta situación?”

Para contestar esta pregunta, lo más importante es recordar que sólo es posible practicar en un lugar: aquí, ahora mismo. Por eso, lo que estemos específicamente experimentando determinará la que será nuestra práctica. Por ejemplo, si estamos experimentando la mente inquieta, que salta constantemente de una cosa a otra, la mente que le da vueltas y más vueltas a los pensamientos, pregúntate cuál será una buena práctica para trabajar con eso. ¿Y qué pasa si estás adormecido o atrapado en un enfado emocional o juzgándote a ti mismo? Y si no está sucediendo nada en especial ¿cuál es la mejor práctica en esa situación?

Debemos recordar que hay momentos en los que la práctica puede parecer muy confusa. Sentados en meditación, podemos preguntarnos a veces “¿qué estoy haciendo exactamente aquí?” Nos preguntamos si se supone que debemos permanecer en la respiración, etiquetar los pensamientos, o simplemente intentar permanecer en calma. Cuando surgen fuertes emociones o profundas creencias, podemos olvidar incluso más fácilmente lo que se supone que debemos hacer. Muchos de nosotros, por ejemplo, olvidamos hacer la práctica de amor compasivo cuando nos quedamos atrapados enjuiciándonos a nosotros mismos.

Si paras en cualquier momento y te preguntas “¿cuál es mi práctica ahora mismo?” muchas veces la respuesta más sincera será: “No sé”. Esta confusión no surge porque haya tantas prácticas diferentes para escoger, sino simplemente porque olvidamos temporalmente lo que sabemos. Gran parte del trabajo que hace el maestro con los estudiantes es recordarles lo que ya saben.

Si podemos recordar la última pregunta que debemos hacernos “¿qué estoy dejando fuera?”, a menudo eso nos señalará lo que necesitamos hacer. Por ejemplo, podemos estar dejando fuera la conciencia de la respiración, o del cuerpo, o del entorno. Podemos estar dejando fuera el etiquetar nuestros pensamientos sobre creencias, o la perspectiva crucial de ver nuestras dificultades como parte del camino. Seguramente será útil si, en nuestra práctica, consideramos lo que sea que estemos dejando fuera.

Si, día tras día, momento tras momento, seguimos haciéndonos las preguntas esenciales de la práctica, mantendremos viva la mente del principiante, y tendremos a nuestro alcance un mundo lleno de posibilidades.




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