Entre las
enseñanzas guerreras, aún podemos encontrar cinco principios más para trabajar
con las experiencias difíciles que encontramos en nuestra práctica. Cada uno de
ellos es una forma de sentir los patrones de nuestras dificultades,
repitiéndolos más conscientemente, explorándolos o soltando nuestro enredo con
ellos. Estos cinco medios empiezan con el acto básico de soltar y después se
hacen más energéticos y desafiantes conforme vamos avanzando.
SOLTAR

El soltar
sólo puede suceder verdaderamente cuando hay equilibrio en la mente y compasión
en el corazón. Conforme vamos ganando habilidad con la meditación, se hace
posible entonces sencillamente soltar ciertos estados difíciles en cuanto
aparecen. En este soltar no hay aversión, es una elección dirigida para abandonar
un estado mental y enfocar tranquilamente nuestra atención de una manera más
hábil al momento siguiente. Esta habilidad surge por la práctica. Aparece al
crecer nuestro autocontrol. Puede cultivarse, pero nunca forzarse.
Cuando no es posible soltar, se puede modificar esta práctica
convirtiéndola en una versión más suave llamada “dejarlo estar”. Sea lo que sea que surja, ya sea
dolor, miedo, o lucha, en lugar de soltarlo, sé consciente de ello, déjalo que
vaya y venga, “déjalo estar”. Esto no significa librarte de ello o evitarlo,
sino sencillamente dejarlo libre. Permite que lo que haya presente surja y
desaparezca como las olas del océano. Si aparece el llanto, deja que esté
el llanto. Si aparece la aflicción o el enfado, deja que estén la aflicción o
el enfado. Es el universo ofreciendo todas las cosas para despertar y abrir
nuestro corazón. El espíritu de este “dejar estar” podría expresarse diciendo
que “no puedes parar las olas, pero
puedes aprender a hacer surf sobre ellas”. De esta manera podemos aceptar
las contradicciones de nuestra vida y dejarlas ir o dejarlas estar.
TRANSFORMAR LA ENERGÍA

Cuando, por
ejemplo, trabajamos con las fuerzas de la rabia y la agresión que están
guardadas profundamente en muchos de nuestros cuerpos y mentes, a veces llegan
a ser muy poderosas. Una forma externa de transmutarlas sería coger esta rabia
y ponerse a cortar leña. La liberamos y la redirigimos hábilmente, usando su
fuerza para hacer algún trabajo para prepararnos para el invierno, y
transformamos el poder de esta energía a través de los movimientos de nuestro
cuerpo para un propósito creativo o benéfico. Al transformarla, la liberamos y
la vemos con claridad. También nos beneficiamos al aprender a expresarla
directamente. La expresión es especialmente necesaria para muchas personas en
nuestra cultura que han sido enseñadas a suprimir sus emociones y que tienen
miedo de expresarlas. Si llevamos toda la vida temiendo al enfado, necesitamos
explorarlo y experimentar con él, no de manera que dañe o hiera a otros, sino
para poder transformar su energía. Y es lo mismo con otras dificultades,
podemos empezar dejándolas salir y encontrar una manera de darles un buen uso.
La
transformación también puede ser interna. Como un ejemplo de transformación
interna podemos considerar el deseo sexual compulsivo, lujuria repetitiva y
poderosa que surge con tanta fuerza que no somos capaces de verla venir. Para
transformarla internamente, podemos sentir esta energía físicamente y
trasladarla de los genitales al corazón. Podemos dirigir esta energía con
atención interna hasta que la sintamos conectada con nuestro corazón en lugar
de solamente con los órganos sexuales. Igual que podemos usar el enfado para
cortar leña, podemos tomar el poder de este deseo, que realmente es el deseo de
conectar, y cambiar su energía del lugar del apego al lugar del amor. Entonces,
cuando se exprese nuestra sexualidad, estará conectada con el amor en lugar de
con el miedo, la compulsión, o la necesidad.
DEJAR A UN LADO

Muchas veces
nos encontramos en circunstancias con nuestras familias, nuestros hijos,
nuestros seres queridos, o nuestros compañeros de trabajo, que no son las más
apropiadas o seguras para enfrentarnos con nuestras dificultades. Es importante
encontrar el momento y el lugar adecuado para el trabajo interno. Puede ser
increíblemente útil comprender que podemos, durante cierto tiempo, dejar a
un lado nuestras dificultades. No tenemos que enfrentarnos con todos nuestros
problemas al mismo tiempo, y no necesitamos hacerlo en todas las
circunstancias. Igual que ocurre con todos los aspectos de la naturaleza,
hay un lugar adecuado para que crezcan nuestros corazones y nuestras mentes.
Sin lugar a
dudas, habrá momentos en nuestro camino espiritual en los que nuestro proceso
interno se volverá abrumador y no podremos manejar fácilmente nuestras
dificultades. Podemos estar en medio de un momento de crisis en nuestra vida;
rodeados por personas que no nos tienen mucha simpatía; nos puede faltar un
sistema de apoyo adecuado; o simplemente podemos estar agotados. Esos son
momentos en los que dejar a un lado las dificultades, esperando un momento más
adecuado para trabajar con ellas. En esta práctica ponemos conscientemente a un
lado nuestras dificultades, reconociendo que tendremos que volver a ellas más
tarde con toda nuestra atención. Es importante honrar nuestra vulnerabilidad y
reconocer que cada uno de nosotros necesitamos una situación de confianza en la
que poder trabajar con los sentimientos más profundos que surgen en nuestro interior.
Como seres humanos, hemos sido heridos, y por lo tanto hemos creado defensas
ante muchas de nuestras dificultades. La clave para abrirnos es confianza y
amor. Podemos derretir nuestras dificultades con amor. No podemos derribarlas,
pero podemos disolverlas para que se abran.
INTERPRETAR CONSCIENTEMENTE EN LA
IMAGINACIÓN
Interpretar
nuestros impulsos en cuanto aparecen es lo que hacemos continuamente en nuestra
vida. Para convertir esto en una práctica espiritual, tenemos que aprender a
interpretar con atención y conscientemente. Si no somos conscientes,
simplemente reforzamos nuestros hábitos condicionados y nuestros deseos,
manteniéndonos atascados en sus patrones, dando un poder inconsciente a las
fuerzas del apego y el enfado. Con atención y consciencia, nuestros actos nos
pueden llevar a la libertad.

El poder de
esta atención interna es extraordinario. Al imaginar y visualizar nuestras
dificultades internas, somos capaces de volver a trabajar con las heridas, las
luchas, y los conflictos del pasado. Mientras las mantenemos en nuestra
consciencia y las sentimos en nuestro cuerpo, podemos finalmente permitirnos
sentir el efecto completo de sus energías. Al hacer esto, nuestra consciencia
se abre. En lugar de estar tan identificados con solamente una parte de la
imagen, podemos ver otras perspectivas. Podemos verla desde el punto de vista
de otras personas, desde el punto de vista de otras etapas en nuestra vida. A
través de la imaginación activa de los conflictos, dificultades, y deseos que
hay en nosotros, tiene lugar una profunda sanación. Cuando las hemos imaginado
y aceptado completamente, también vemos sus limitaciones y llegamos a una
libertad más profunda de nuestra consciencia.
Igual que
podemos explorar nuestras dificultades a través de la visualización, también
podemos usar la visualización para evocar las inmensas fuerzas de la sabiduría
y la compasión universal que están dentro de cada uno de nuestros corazones.
Muchas de las prácticas guerreras avanzadas se basan en este principio. En
ellas podemos encarnar en nuestro interior grandes símbolos del despertar o
visualizar la expansión de la compasión de nuestros corazones hacia todos los
seres vivos. Utilizando conscientemente la visualización con nuestro corazón y
nuestra mente, podemos empezar a transformar poderosamente nuestro mundo.
EXPRESAR CONSCIENTEMENTE

Como un
primer paso en esta práctica, podemos sencillamente exagerar nuestra
dificultad. Pero, debemos tener en cuenta, que esta es una forma de práctica un
tanto avanzada, y que no significa que debamos expresar nuestra compulsión de
una manera repetida una y otra vez. Significa hacerlo una vez estando
verdaderamente presente y sinceramente atento a todo lo que suceda, aprendiendo
desde la primera acción hasta la última consecuencia.
Como puedes
ver, hay muchas formas de bailar con nuestras dificultades. Cada una es un
movimiento que va de la inconsciencia hasta una atención abierta. Podemos
estudiarlas, o podemos sencillamente dejarlas ir. Podemos transmutarlas y
aprender a convertir estas energías en una parte útil de nuestra práctica.
Cuando somos incapaces de hacer esto, podemos dejarlas a un lado y encontrar
más tarde unas circunstancias seguras que nos ayuden a trabajar con ellas. Y
podemos ir aún más lejos, exagerándolas en nuestra imaginación para hacer las
paces con ellas. Podemos expresarlas conscientemente. Todas estas formas de
trabajar con los obstáculos y dificultades hacen que nuestra práctica se mantenga
creciendo, sincera, y viva.
Estas dificultades que
encontramos en nuestro camino, especialmente las más difíciles de superar o
trabajar con ellas, pueden llevarnos a abrir nuestros cuerpos, corazones, y
mentes. Al hacer esto, descubrimos que estas nunca fueron parte de nuestra
verdadera identidad. Bajo todas las lágrimas, dolor, miedo, y enfado ante los
cuales nos hemos cerrado, podemos encontrar libertad, alegría, y tranquilidad.
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