NO TE INTERPONGAS EN TU PROPIO CAMINO


Ser quien eres y como eres, y estar donde estés, esa es la práctica del guerrero. No dejes que tus opiniones, objetivos, o dudas se interpongan en tu camino.

Cuando empiezas a practicar no ves la distancia como una dificultad. Animado por el entusiasmo del principiante y abierto a cualquier posibilidad, vas a donde tengas que ir para practicar. No te pones a juzgar si practicas mucho o poco, en el lugar correcto o no. Aunque no sepas nada de meditación o de las enseñanzas guerreras, estás contento de haber encontrado un camino que le de la vuelta a tu vida.

Al cabo de los años, las cosas pueden haber cambiado bastante en tu vida, tal vez hayas cambiado de trabajo y hasta de ciudad, y ahora tengas la oportunidad de practicar mucho más cerca que antes. Pero, aunque podrías practicar todos los días, te encuentras ahora con el problema del tráfico, las obligaciones familiares, las fechas límite en tu trabajo, el cansancio, y la pereza, sin mencionar la tentación de todas las otras cosas que harías en lugar de practicar y los lugares a los que irías antes de ir al lugar de práctica.

Tal vez hayas perdido esa apertura confiada de la mente del principiante. Posiblemente estés dándole vueltas y más vueltas en tu cabeza sobre cómo deberían ser las cosas, en lugar de aceptar las cosas como son.

No hay realmente barreras para practicar, ni obstáculos o malos momentos. Entonces, ¿por qué seguimos encontrándolos? Irónicamente, de eso trata la meditación: de sentarnos y simplemente ver cuánto caemos en las contracorrientes de nuestros gustos y desagrados, deseos y juicios, preocupaciones y dudas, y lo más importante, seguir ahí meditando hasta que suene el gong, o el despertador.

Solamente a través de la práctica nos damos cuenta que lo que llamamos obstáculos no tienen nada que ver con el tiempo, la distancia, otras personas, otras cosas, o cualquier circunstancia externa. Surgen de los arraigados patrones de nuestros pensamientos dualistas y egocéntricos, que juzgan las cosas como correctas o equivocadas, buenas o malas, y deseables o indeseables.

Resumiendo, el único obstáculo que vas a poder realmente señalar como tal eres tú mismo. Afortunadamente, puedes atravesar directamente tus barricadas mentales, como siempre te dirán las agudas palabras de cualquier maestro.

Darnos cuenta de que la práctica depende únicamente de nosotros mismos, donde estamos y como somos, es de por sí una liberación. La garantía de que ya poseemos la libertad perfecta que buscamos no encaja sin embargo con nuestras creencias, y es entonces cuando estamos a punto de derribar otro muro.

Lo que percibimos como obstáculos no sólo impiden que la gente empiece a practicar la meditación, o cualquier otra práctica guerrera, sino que pueden hacer salir del camino a practicantes experimentados. Después de practicar por un tiempo, desarrollamos expectativas y apegos. Con seguridad, la mayoría de los estudiantes quieren ser buenos en su práctica, hacer progresos, y alcanzar algo.

A lo largo del camino, podemos pensar que hemos aprendido algo, y engancharnos arrogantemente a esa comprensión. Si, por ejemplo, tenemos una experiencia agradable, juzgamos cada periodo de práctica comparándolo con ese modelo. Si tenemos dificultades, dejamos que refuercen nuestras profundas creencias sobre nuestras limitaciones e ineptitud. Una mente que enjuicia está condenada a la decepción.

Es entonces cuando las dudas empiezan a desviar del camino al practicante: “¿Lo estoy haciendo bien? No parece que funcione conmigo. ¿Habrá algo más? Esto no ha mejorado realmente mi vida como esperaba que lo hiciera. ¡Las enseñanzas guerreras son una tontería y una pérdida de tiempo!”

¿Te suena familiar?

Se necesita fe para seguir adelante cuando estás dando vueltas en un remolino de dudas, fe en ti mismo. Se necesita la fuerza de un compromiso, un compromiso contigo mismo. De otra manera, tu práctica seguramente acabará siendo una más en la larga lista de cosas que empezamos en la vida con optimismo y entusiasmo y descartamos con cinismo y desánimo. Qué pena abandonar y perder la oportunidad de conocer a tu verdadero yo, cómo eres realmente, lo que está oculto bajo las creencias que te ciegan.

Mientras tanto, todos los trompicones y altibajos son simplemente parte del camino. Si tienes un maestro, serás continuamente redirigido por él a la sencilla solidez de la tierra que hay bajo tus pies y a la práctica que te mantiene ahí de pie a pesar de los vaivenes de la vida. Simplemente siéntate a meditar, o sigue practicando. Cuenta tus respiraciones. Sencillamente camina. Simplemente trabaja. Simplemente come cuando tengas hambre y duerme cuando estés cansado. Quítate de en medio, no te interpongas en tu propio camino, y ten fe en ti mismo, así como en el camino que recorres.

No hay otro camino que en el que tú estés consciente y presente. Vamos a asentarnos bien sobre nuestro camino, justo aquí mismo donde estamos, ahora mismo, y a partir de ahí vamos a quitarnos de en medio y seguir hacia delante.







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