DESCUBRE LO QUE TIENES QUE ACEPTAR



Puede parecer una forma muy complicada de meditar, pero en la práctica es muy sencilla. La indicación es simplemente sentarse y estar atento a lo que sea que surja. Si hay patrones repetitivos de pensamientos, expande el campo de conciencia para ver las diferentes facetas de ese visitante insistente y no sólo su cara predominante y más aparente. Después siente qué es lo que está pidiendo que aceptes. Los patrones repetitivos siguen ahí a causa de cierto nivel de resistencia, como la aversión, el miedo, o el enjuiciamiento, que los mantiene encerrados. Esa contractura se crea por el miedo. Para liberarlos, debemos reconocer lo que hay presente y preguntar de corazón: “¿Por qué estoy recibiendo esto? ¿Quiero realmente cambiar? ¿Hay algún sentimiento, creencia, o sensación difícil alrededor de la cual me he contraído porque quiero que se acabe o que se vaya? ¿hay algún apego, algún miedo?”

Luchar e imponer no funciona en nuestra vida interior, por eso debemos preguntarnos qué aspecto de este patrón repetitivo está pidiendo aceptación y compasión, y preguntarnos a nosotros mismos “¿Puedo tocar con amor lo que sea a lo que he cerrado mi corazón?” Esto no significa que lo solucionemos, simplemente estamos preguntando “¿qué tengo que aceptar?” Ante patrones difíciles de pensamiento, emoción, o sensación, tenemos que abrirnos para sentir toda su energía en nuestro cuerpo, corazón y mente, y ver con cuánta fuerza se están manifestado. Esto también incluye abrirse a nuestras reacciones a esa experiencia, dándonos cuenta del miedo, la aversión, o la contracción que aparece, y después aceptarlo todo. Solamente así se podrán liberar.

ABRIRSE DESDE EL CENTRO

Normalmente aceptar suele ser suficiente. Sanación, compasión, y libertad surgen de una conciencia libre y abierta. Sin embargo, a veces se necesita una atención más directa y cuidadosa para abrir nuestros patrones repetitivos y nudos más profundos. Este otro principio para trabajar con los visitantes insistentes se llama Abrirse Desde el Centro. Los patrones de contención en nuestro cuerpo y nuestra mente son como nudos de energía que tienen contracturas físicas, emociones, recuerdos, e imágenes, todo ello entrelazado entre sí. En esta práctica dirigimos cuidadosamente nuestra conciencia a cada nivel de un nudo, sintiendo el verdadero centro del patrón. Al hacer esto, podemos liberar nuestra identificación con él y descubrir una apertura fundamental y un bienestar que está más allá de la contractura.

¿Cómo se hace esto en la práctica? Es mejor empezar siendo conscientes del cuerpo. Según vaya apareciendo el patrón repetitivo, hay que llevar una atención más precisa hacia donde se sienta localizado. Se puede sentir en el estómago, en el corazón, o en cualquier otra parte de nuestro cuerpo. Entonces, hay que intentar sentir los elementos físicos que hay en él. El corazón (dureza o ternura), el aire (calma o vibración), el fuego (temperatura), y el agua (cohesión o fluidez), además del color y la textura en algunas ocasiones. Se puede sentir, por ejemplo, una esfera dura con pulsaciones en el centro, caliente y de un rojo intenso. Después, hay que sentir profundamente todos los sentimientos entrelazados con ello: miedo, dolor, tristeza, anhelo…, pueden sentirse diferentes tipos de sentimientos al mismo tiempo y también una sensación de aversión a sentirlos. Hay que nombrar cada uno suavemente, y después, mientras sientes el centro del fuego, dolor, miedo, o lo que sea que haya en ese momento, permite que aparezca cualquier imagen que surja, no intentes apartarla o negarla. Es posible que aparezca una serie de recuerdos e imágenes cargadas de ciertos sentimientos, a menudo de la infancia, o de otros momentos de la vida. Mientras sientes todo eso en el centro, tienes que preguntarte qué creencias y actitudes tienes sobre todo eso que aparece en tu mente. Es posible que surja entonces una creencia junto con sus correspondientes sentimientos con la que te has identificado y alrededor de la cual te has contraído.

Conforme se va abriendo cada una de esas capas en tu conciencia, va desapareciendo gradualmente el dolor, suavizándose los sentimientos, y apagándose el fuego o las sensaciones que estuvieran asociadas a ese nudo o contractura. Si continúas sintiendo ese centro del sentimiento, puede ir cambiando la sensación de solidez por una de mayor espacio y amplitud. Sigue reconociendo y nombrando suavemente lo que sea que vaya apareciendo, y sintiendo las sensaciones que te provoca, hasta sentir una mayor apertura y un espacio claro y vacío en tu interior, donde pueda aparecer una sensación profunda de paz, relajación y satisfacción. Permanece en ese espacio abierto, donde no es necesario rechazar ni apegarse a nada. Contempla amablemente y con compasión las escenas y condiciones que habían creado ese nudo en tu cuerpo y en tu mente. Comprende desde ese espacio de apertura y plenitud que no era cierto todo lo que te había hecho contraerte y crear ese nudo. Que no había necesidad de cerrarte y protegerte de nada. Recuerda, cuando vuelvan a aparecer en tu vida esos sentimientos, que tú no eres realmente así, sino puro espacio y plenitud. Las creencias y contracturas que cargamos durante años, normalmente se basan en el miedo, pero bajo todas esas apariencias, prejuicios y temores, sigue estando esa auténtica plenitud y ese bienestar que es nuestra verdadera naturaleza.

Cuando comprendemos y liberamos nuestros patrones difíciles, nuestra conciencia se aclara y nuestra meditación sigue un camino más natural y sin trabas. Nos conectamos con nuestra verdadera naturaleza.

Cuando la conciencia investiga verdaderamente nuestras contracturas, nos abrimos. Bajo cada área de contracción encontramos alivio y espacio. Este espacio se puede sentir de una manera muy física en el cuerpo, como una apertura progresiva de las sensaciones, hasta tener la sensación que la solidez del cuerpo se disuelve. Puede sentirse en el corazón como una aceptación abierta y compasiva, y en la mente como un espacio claro de conciencia que lo contiene todo. Es en ese espacio donde descubrimos nuestra verdadera naturaleza.

Cuando no estamos contraídos, ese espacio de nuestro cuerpo y nuestra mente se llena de forma natural con cualidades que reflejan su plenitud. Experimentamos bienestar, alegría, claridad, sabiduría, y confianza –las propiedades de una conciencia clara. Cada vez que nos abrimos más allá de nuestros estados temerosos y contraídos, llegamos a eso. Las cualidades que nos vamos a encontrar son el complemento, o la culminación de lo que teníamos previamente en nosotros.

Al abrirnos, podemos ver cuántas veces hemos confundido pequeñas identidades y creencias temerosas con nuestra verdadera naturaleza, y lo limitante que es esto. Podemos tocar con gran compasión el dolor de las identidades contraídas que nosotros mismos y los demás hemos creado en el mundo. Desde la perspectiva universal y atemporal de la apertura, podemos empezar a ver la danza humana completa del nacimiento y la muerte con los ojos compasivos y el corazón comprensivo de un ser despierto. Podemos ver cómo el proceso de identificación nos dirige a lo largo de la vida hasta que despertamos.

Lo que anhela la humanidad no puede encontrarse en el reino de los estados contraídos, la mente deseosa, y las luchas de nuestro pequeño yo. En cambio, la práctica espiritual nos ofrece un profundo cambio de identidad. Con conciencia podemos aprender a liberarnos de las identidades temerosas, necesitadas, o compulsivas para descubrir la plenitud y el bienestar, una sensación de libertad, y el fluir natural de nuestro ser.

Este nivel de práctica espiritual es un proceso revolucionario de investigación y descubrimiento. Nuestras dificultades repetitivas pueden llevarnos hasta esas nuevas aperturas. El mismo conflicto y dolor que hemos estado soportando durante años puede llevarnos a nuevos niveles de libertad. Cada circunstancia difícil tiene una lección que puede llevarnos hasta su propio despertar particular. Lo que se nos pide es que estemos dispuestos a llegar hasta el centro de nuestro ser.

Sin olvidar que encarar nuestros patrones repetitivos y explorar nuestra identidad es un trabajo profundo, y que muy a menudo requiere la ayuda de un maestro o guía para que se desarrolle adecuadamente, deberíamos preguntarnos si estamos dispuestos a descubrir lo que debemos aceptar en nosotros y en nuestra vida, y comenzar a trabajar en ello, si queremos descubrir nuestra verdadera naturaleza oculta bajo las apariencias.






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