Las fuerzas
internas de tu vida, las fuerzas de reacción y sabiduría, se mueven a través de
ti como originando todas tus acciones. Antes de cada acción voluntaria y
movimiento de nuestro cuerpo hay un pensamiento, un impulso o dirección que
viene de nuestra mente. A menudo este impulso es subconsciente, por debajo del
nivel de conciencia. Puedes aprender sobre cómo respondes a estas fuerzas e
impulsos observando su acción dentro de ti. Según vas observando este proceso,
la interrelación de tu cuerpo y tu mente se hará evidente. Así, descubrirás
toda una nueva capacidad de ser libre y estar tranquilo frente a las
dificultades.
Una forma sencilla
de aprender sobre cómo operan los impulsos es enfocarte en los que tiran de ti
para que te levantes y dejes la meditación. En tu práctica de meditación
diaria, toma la resolución de que durante una semana no te levantarás de tu
práctica a menos que un fuerte impulso a hacerlo aparezca tres veces.
Siéntate a
meditar como haces habitualmente, prestando atención a tu respiración, a tu
cuerpo, y a tu mente. Pero no fijes un tiempo concreto para acabar tu
meditación. En lugar de eso, permanece sentado meditando hasta que un fuerte
impulso te diga que te levantes. Siente su cualidad. Puede surgir de la
inquietud, del hambre, del dolor de rodillas, de pensar cuántas cosas tienes aún
que hacer, o de la necesidad de ir al baño. Llama por su nombre suavemente a la
energía que ha surgido y con ella siente el impulso de moverte. Siéntelo atentamente
en tu cuerpo, llámalo por su nombre, “querer levantarme, querer levantarme…”,
permaneciendo con él mientras dure (que no será más de un minuto).
A
continuación, después que ha pasado este impulso, date cuenta de cómo te
sientes ahora y si tu meditación es más profunda al haber seguido sentado
durante todo el proceso del impulso. Continúa sentado meditando hasta que surja
un segundo impulso que tire con fuerza de ti. Siente todo el proceso de la
misma forma que antes. Finalmente, tras estar atentamente una tercera vez con
todo el proceso del impulso, puedes permitirte levantarte. La profundidad de tu
atención y de tu capacidad para centrarte crecerá progresivamente a través de
esta práctica.
Si quieres,
puedes extender tu observación a otros impulsos fuertes, notando todo el
proceso de querer rascarte por un picor, de moverte mientras estás sentado
meditando, de comer, o de hacer otras cosas. Ser consciente de esta manera te
enseñará poco a poco a permanecer centrado, a ser capaz de respirar unas
cuantas veces y sentir las respuestas cambiantes ante situaciones de tu vida en
lugar de reaccionar a ellas automáticamente. Empezarás a descubrir un centro de
equilibrio y comprensión ante las fuerzas que se mueven en tu vida.
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