El último de
los cinco obstáculos más comunes que ponen a prueba nuestra práctica es la
duda. La duda puede ser el más difícil con el que trabajar de todos ellos,
porque cuando quedamos apresados por ella, nuestra práctica se para, nos
quedamos paralizados. Pueden asaltarnos todo tipo de dudas, dudas sobre
nosotros mismos y nuestras capacidades, dudas sobre nuestros maestros, dudas
sobre la misma meditación: “¿Funciona realmente? Estoy meditando, pero todo lo
que sucede es que me duelen las rodillas y me siento inquieto. Tal vez no sirve
para nada”. Podemos dudar si el camino que hemos escogido es la práctica
correcta para nosotros: “Es demasiado dura, demasiado seria. Tal vez debería
probar algo más divertido”. O quizá pensemos que es la práctica correcta pero
el momento equivocado. O que es la práctica correcta y un buen momento, pero
aún no tenemos el cuerpo en forma. No importa cuál sea la cuestión, cuando la
mente escéptica y dudosa nos atrapa, nos quedamos estancados.
Llamar a la duda por su nombre
Cuando surja
la duda llámala por su nombre y obsérvala con atención y objetivamente. ¿Has observado realmente alguna vez la voz que dice: “no
puedo hacerlo, es demasiado duro, no es el momento adecuado? ¿A dónde me
lleva esto? Quizá lo debería dejar”. ¿Qué ves? La duda es una retahíla de
palabras en la mente asociadas a un sentimiento de miedo y resistencia. Podemos
ser conscientes de la duda como un proceso de pensamiento y llamarla por su
nombre: “duda, duda…”

¿Qué sucede cuando llamamos a la duda por su nombre? ¿Cuánto dura? ¿Por cuánto tiempo afecta a nuestro cuerpo, a nuestra energía? ¿Podemos escuchar su historia con la misma tranquilidad que si nos dijera “el cielo es azul”? Para trabajar con la duda debemos centrarnos y volver completamente al momento presente con firmeza, continuidad y estabilidad mental. Poco a poco, esto disipará la confusión.
Además de nombrándola, la duda puede disolverse también desarrollando confianza. Podemos hacer preguntas o leer buenos libros. Podemos reflexionar sobre la inspiración de cientos de miles de guerreros que vivieron antes que nosotros, que siguieron este camino de conciencia interior y práctica. La práctica espiritual se ha considerado de gran valor en todas las grandes culturas. Vivir como guerreros, con gran sabiduría y compasión, es posible para toda persona que emprende con sinceridad un entrenamiento de mente y corazón. ¿Qué otra cosa mejor podemos hacer con nuestra vida? Ya que es natural que la mente dude, nuestra duda puede guiarnos a una atención más profunda y una búsqueda más completa de la verdad.


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