UN MUNDO MEJOR


Si queremos construir un mundo mejor, bueno, justo, en paz y estable, debemos hacerlo con una mente libre y un corazón abierto, abriendo nuestro corazón y dejando brillar la bondad que existe en nosotros.

Actualmente la velocidad reina en nuestro mundo, mientras el entretenimiento y el consumo sin límites ha hecho desaparecer el sentido de dignidad de nuestra sociedad. Día y noche estamos rodeados de distracciones que nos hacen caer fácilmente en la idea de que la vida se trata solamente de conseguir metas a corto plazo que nos den satisfacción lo más inmediata posible para que “yo” sea feliz. Pero si estamos intentando conseguir siempre lo mejor para nosotros mismos, estamos perdiendo la oportunidad de vivir realmente tranquilos y felices.

Si intentamos ser felices sin comprender lo que realmente causa la felicidad, estaremos alejándonos cada vez más de ella, pues al no saber realmente qué es lo que genera la felicidad nuestros actos traerán más confusión y caos a nuestra vida. Así, en la sociedad actual, el lenguaje habitual es la agresión, la ambición y el miedo. Cuando somos arrastrados por las emociones se desestabiliza la mente, la vida y el planeta entero.

Si queremos vivir en una sociedad en la que realmente reine la armonía, no podemos basarla en la envidia, el enfado y la ambición. Si queremos un mundo mejor, en paz y armonía, donde reine el amor y la felicidad, debemos hacerlo basándonos en una mente libre y un corazón abierto. De esta manera, crearemos un mundo con unos cimientos sólidos sobre la esencia de bondad que hay en cada ser humano, construiremos sobre esa naturaleza despierta de la mente con la que no se puede comerciar.

Esa bondad innata que hay en el corazón de guerrero, es profunda e infinita, está más allá de las palabras y los pensamientos, porque trasciende los conceptos del bien y del mal. Es fundamental porque no crece o mengua según el momento, no depende del estado de ánimo ni puede manipularse. Si queremos mejorar nuestro mundo debemos conectarnos con esa profunda e imperturbable fuerza interna, que es la naturaleza intrínseca de cada uno, de todo lo que existe.

Estamos acostumbrados a ver que los gobernantes se preocupan mucho de su territorio, pero el auténtico gobernante es el que ve que no hay nada que poseer más que nuestra propia conciencia.

Todos poseemos esa naturaleza fundamental de bondad, pero no estamos seguros de ser poseedores de tal riqueza, ya que nuestra confusión la mantiene oculta la mayor parte del tiempo. Por eso, desde que despertamos por la mañana, nos comportamos como pobres que van buscando en el mundo que les rodea lo que les pueda hacer felices. Así perdemos el control de nuestras vidas, porque no comprendemos que la fuente de la felicidad ya está aquí, en nuestra mente, esperando que la descubramos.

Los grandes maestros guerreros son ejemplos de seres humanos que han desarrollado su potencial para gobernar su mundo de una manera consciente. A través de su práctica y de trabajar con su mente, han manifestado su esencia fundamental de bondad, descubriendo las verdades esenciales de la realidad y la vida, y han desarrollado técnicas para ayudar a otros guerreros a hacer lo mismo. Esa esencia fundamental no pertenece a ninguna tradición en particular, porque es la naturaleza básica de todo ser humano, es la esencia de todos y de todo lo que existe. Al practicar la meditación y otras técnicas contemplativas estamos limpiando nuestra mente, como si fuera un espejo empañado, para que podamos finalmente ver el despliegue radiante de esa naturaleza en todo su esplendor.

Las enseñanzas guerreras nos dicen que trabajemos con nuestra mente, con atención y cariño, estabilizándola al enfocarla, por ejemplo, sobre la respiración. Al hacer esto podemos observar cómo los pensamientos surgen y desaparecen sin cesar, y así empezamos a ver su esencia vacía e inestable. Al mismo tiempo, también empezamos a conectar con el espacio que rodea a esos pensamientos, con esa energía poderosa de la mente clara y estable, que es mucho mayor que nuestros dramas mentales, y dónde podemos experimentar momentos libres de la agitación de los continuos pensamientos del “yo”. Si nos familiarizamos con ese espacio inmenso, estamos creando el terreno adecuado para experimentar una auténtica estabilidad en nuestra vida.

Después de establecer una base estable, el guerrero fortalece su mente mediante contemplaciones que fortalezcan su comprensión de la realidad. Al contemplar la ley de causa y efecto, el sufrimiento, la transitoriedad de la vida, la esencia vacía del “yo”, la compasión y la sabiduría que conducen a la verdadera libertad, el guerrero expande su visión del mundo y de la vida. Al familiarizar la mente con pensamientos que reflejan la realidad, esas verdades se convierten en los cimientos de nuestra vida. Cuando vemos con claridad cómo funciona la vida, la sabiduría y la compasión surgen de forma espontánea.

Las enseñanzas guerreras nos dicen que si llevamos la visión de la práctica formal a nuestra vida diaria, estaremos creando las condiciones idóneas para tener estabilidad y felicidad: poder personal, armonía con los demás, una potente fuerza vital y prosperidad. Cuando hacemos esto, la energía que surge es potente como un caballo y ligera como el viento. Esa energía vital del “caballo de viento” la vemos representada en las banderas de oración que ondean al viento por todo el Tíbet, representando la confianza y la certeza en la esencia de bondad que hay en todo. En su grupa, el “caballo de viento” lleva la joya que concede todos los deseos, la sabiduría y la compasión que necesitamos para gobernar nuestro mundo de una manera consciente y sensata. Con ese caballo de viento podemos realizar nuestros deseos como un guerrero cruzando al galope la llanura.

Las enseñanzas guerreras ofrecen todo tipo de prácticas para hacer surgir esa energía vital del caballo de viento. Las más efectivas se basan en la actividad virtuosa, porque cada vez que actuamos con discernimiento, generamos amor y compasión, soltamos los apegos, o nos relajamos en el inmenso espacio de nuestra mente, estamos atravesando el estrés y la confusión que nos mantienen atrapados en el sufrimiento y la inestabilidad. La cuestión es que aprovechemos nuestra vida diaria para conseguir avanzar en nuestro camino espiritual, y el secreto para tener éxito en este propósito es anteponer el bienestar de los demás al de uno mismo. Tal vez pueda parecer este enfoque un tanto utópico y poco realista, pero los verdaderos gobernantes, que desean mejorar su mundo, saben que quitarse de en medio olvidándose de la perspectiva egoísta de satisfacer su ego es lo más práctico y útil que se puede hacer para mejorar cualquier sistema económico o social. Cuando avanzamos libres del propio interés y sintonizados con la esencia de nuestro ser, la vida es más rica y satisfactoria.

Una economía que se base en la compasión impregnada de sabiduría nunca será autodestructiva. Intentar crear estabilidad sin los cimientos de estas cualidades solamente nos conducirá al conflicto perpetuo y a seguir contaminando el mundo con más egoísmo. La mejor forma de controlar esa contaminación egocéntrica es poniendo en práctica en nuestras vidas la compasión y la sabiduría, esa joya que concede todos los deseos que permitirá a la energía vital del caballo de viento surgir con fuerza y determinación.
Tal vez no podamos gobernar todo el mundo, pero al tomar las riendas de nuestra propia mente empezaremos a irradiar a nuestro entorno el poder y la paz que surge de nuestro interior. Aunque esto vaya afectando poco a poco a nuestro mundo, y sean pocos los guerreros dispuestos a hacer el esfuerzo, un pequeño número de ellos decididos a actuar con sabiduría y compasión pueden mejorar el mundo mucho antes de lo que podemos pensar. Las acciones virtuosas que surgen del corazón del guerrero, impulsadas por esa poderosa energía del caballo de viento, pueden brillar como soles disipando la oscuridad que cubre nuestro mundo. Si abrimos nuestro corazón de guerrero brillante y cálido, dejando que la luz de nuestras acciones alcance a los seres que nos rodean, indudablemente estaremos haciendo de este mundo un mundo mejor.







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