UN CUERPO EQUILIBRADO


Las tensiones y desequilibrios del cuerpo se manifiestan en nuestra mente, mientras que un cuerpo verdaderamente equilibrado produce un bienestar y una relajación que ayuda a despertar la mente.

Muchas veces las enseñanzas guerreras no tratan demasiado sobre el cuerpo, enfocándose normalmente en la mente como el terreno principal donde trabajar, y dejando relegado el cuerpo a un segundo plano que no se explora tan profundamente.

Pero hay que tener en cuenta que la experiencia corporal le ofrece un contrapeso muy útil a la mente, que sin él puede perderse muy fácilmente flotando hasta reinos extraños que, por muy elevados que puedan parecer, no son más que una sombra de la conciencia que la práctica de la meditación tiene el propósito de revelar. La mente debe apoyarse en la sensación del cuerpo, no escapar de él. Si queremos una mente equilibrada, debemos crear un cuerpo equilibrado donde pueda apoyarse adecuadamente.

Alineación, relajación y adaptación

Si el cuerpo está desequilibrado, creará tensiones constantes para contrarrestar la fuerza de la gravedad, y estas tensiones se manifestarán en la mente como pensamiento discursivo. En cambio, si el cuerpo está realmente equilibrado producirá una sensación de bienestar y una relajación que, de forma espontánea y natural, ayudará a mantener una mente despierta. Encontrar el centro de gravedad en el interior de uno mismo significa equilibrar el campo de energía del cuerpo con el campo gravitacional de la tierra.

Este equilibrio que buscamos se produce al incorporar a nuestro cuerpo tres principios básicos: alineación, relajación y adaptación.

Alineación: Normalmente pensamos en la gravedad como una fuerza a la que tenemos que resistir para permanecer derechos. Pero la gravedad funciona realmente como un apoyo para las estructuras que están correctamente alineadas alrededor de un eje vertical.

Relajación: Un cuerpo humano que está alineado de esa manera puede relajarse, no tiene que tensar sus músculos para contrarrestar la fuerza de atracción de la gravedad porque su estructura alineada le proporciona todo el apoyo necesario. Relajando las tensiones, el cuerpo puede literalmente dejar caer su peso, rindiéndose al efecto de la gravedad sin desplomarse.

Adaptación: Para mantenerse erguido y relajado, un cuerpo equilibrado hace ajustes y movimientos espontáneos, aunque sean muy ligeros y casi imperceptibles. Pero si el cuerpo se resiste a esa necesidad natural de moverse y se mantiene rígido, crea tensiones y pierde su relajación.

De estos tres principios, la adaptación puede ser el mayor desafío para los practicantes guerreros, que han aprendido a sentarse muy quietos para que la mente se calme. Pero la quietud implica inactividad, no rigidez. Si mantienes tu cuerpo rígido, tu mente se volverá muy activa y agitada. Si permites que tu cuerpo realice sutiles movimientos de adaptación, la mente se calmará de forma natural, y podrás estar relajado y alerta. El propósito principal de jugar con el equilibrio es que retira la cortina de tensión muscular que normalmente oculta las sensaciones corporales.

“Todo lo que surge en la mente empieza fluyendo con una sensación en el cuerpo”

Si no somos conscientes de las sensaciones corporales a causa de la falta de equilibrio y la constante tensión muscular, tampoco seremos conscientes de toda la profundidad de la mente y no tendremos acceso a los estados de plenitud mental de los que hablan las enseñanzas. Pero cuando el cuerpo está presente de una manea viva, de manera natural la mente será clara y profunda.

Mientras que los principios de alineación, relajación y adaptación pueden guiarte mientras exploras la relación de tu cuerpo con la gravedad, el equilibrio no puede imponerse desde afuera si no que tiene que sentirse en tu interior. El descubrimiento de esa sensación es la práctica. El equilibrio no es un estado final o una meta alcanzada, es algo con lo que tienes que jugar constantemente, una danza y una práctica sin fin.

Un ejercicio de equilibrio

Ponte un momento de pie con los pies descalzos sintiendo el suelo.

Imagina las principales partes de tu cuerpo –pies, piernas y muslos, pelvis, abdomen, pecho, cuello y cabeza— como bloques de construcción que un niño ha puesto uno encima del otro. Si estos bloques se han apilado con cuidado, justo uno encima del otro, la columna permanecerá de pie, pero si no están bien puestos, la columna acabará cayendo al suelo. Con el menor esfuerzo posible, siente cómo se alinean las principales partes de tu cuerpo, una encima de la otra, igual que los bloques del niño.

Con la alineación viene asociada una sensación particular de bienestar y comodidad, así que ten cuidado de no tensar tu cuerpo cuando estés colocando tus segmentos corporales relacionándose entre ellos de una manera más vertical. Después, manteniendo los pies bien apoyados sobre el suelo, empieza a balancear tu cuerpo lentamente como una unidad a izquierda y derecha, adelante y atrás.

Al principio haz grandes movimientos, casi hasta el punto de caerte. Siente cómo es estar fuera de alineación, y siente el contraste con la sensación del cuerpo cuando recupera su verticalidad. Cuando el cuerpo se desvía de su alineación, puedes sentir la tensión y el esfuerzo por mantenerse sin caer, y cuando el cuerpo vuelve a tener una estructura más alineada, desaparecen la tensión y el esfuerzo. Sigue balanceándote en diferentes direcciones, haciendo los movimientos cada vez más y más pequeños. Finalmente, llegarás a un punto en el que el cuerpo apenas se mueve.

Aunque ese punto no te sea muy familiar, tendrás una sensación de estar recto. El cuerpo simplemente está de pie, mantenido por la gravedad. Ese es tu punto de alineación. Ahora empieza a relajarte. La relajación no es más ni menos que abandonar el peso del cuerpo a la gravedad. Ya que tu cuerpo está alineado, puedes hacerlo sin caer. Empieza con la cabeza, siente la tensión en tu cuerpo cayendo literalmente. Mientras que la tensión caiga directamente sobre el bloque de abajo, permanecerás fácilmente de pie. ¿Puedes soltar también tu mente? Algunos maestros nos dicen que soltemos la mente ¿puedes sentir lo que puede ser tomar esa instrucción literalmente?

Seguramente te sentirás inseguro en este nuevo punto de equilibrio. ¡Estupendo! El verdadero equilibrio nunca es inmóvil y estable. Un cuerpo en equilibrio está constantemente moviéndose para adaptarse. Siente lo natural que es permitir que se den esos movimientos espontáneos y sutiles. Sigue entregándote y soltando. Juega con tu alineación. Relaja tus tensiones. Permite que se dé cualquier movimiento que tenga que darse para permanecer erguido y relajado.

Sigue percibiendo las sensaciones en tu cuerpo, porque son las guías que te ayudan a mantener el equilibrio sin esfuerzo. Estas sensaciones estarán cambiando constantemente. ¿Qué hace tu mente? Observa cómo cuando te pierdes con los pensamientos tu cuerpo pierde inmediatamente su equilibrio. Vuelve a soltar la tensión, deja que el cuerpo se mueva como una bandera de oración con una suave brisa, y observa los pensamientos desapareciendo sin esfuerzo.

Respiración

Veamos ahora uno de los objetos favoritos de meditación para el guerrero: el fluir de la respiración. En la mayoría de las tradiciones, la respiración es uno de los objetos para que la mente observe y se concentre en ella. Contamos las respiraciones, observamos cómo entra y sale el aire por la nariz, observamos como sube y baja el abdomen. Aunque todo eso es muy útil para concentrar la mente, la cuestión no es simplemente observar la respiración como algo distante, sino sumergirnos de lleno en ella, para fundir la conciencia de nosotros mismos con la acción de la respiración de forma que nos convirtamos en la respiración, y de esta manera, experimentemos cómo la respiración, el cuerpo y nuestro ser son uno. Cuando inspires, hazlo con todo tu cuerpo. Cuando espires, asegúrate también de que todo tu cuerpo participa en ese acto.

Para respirar con todo tu cuerpo, necesitas sentirlo al completo, cada pequeña parte y cada sensación, vibrante y realmente vivo. No puedes retirarte al frío observatorio de tu mente, observando de forma pasiva cómo el aire entra y sale, y esperar que así sentirás esa unión fundamental del cuerpo y la respiración.

Deja que todo tu cuerpo se convierta en el órgano de la respiración. La acción de la respiración no tiene que limitarse sólo a la boca, a la garganta, a los pulmones, a las costillas y al diafragma. Se puede sentir a través de todo el cuerpo, como se mueve una ola en el agua, provocando movimientos sutiles en cada articulación. El movimiento de una respiración así afectará a todo el cuerpo y será un estímulo para que aparezcan incluso más sensaciones.

Un patrón de respiración sin restricciones como ese sólo será posible si el cuerpo está realmente equilibrado. El esfuerzo y las tensiones que son necesarias para mantener erguido un cuerpo desequilibrado bloquearán el movimiento libre de la respiración, dejando una respiración superficial y unas sensaciones apagadas. En cambio, equilibra tu cuerpo y la respiración se convertirá en un acontecimiento extraordinario que se llevará las telarañas internas de la mente confusa y las sensaciones difusas.

Entrégate a tu próxima inhalación, deja que la respiración te respire a ti, y simultáneamente relaja el cuerpo todo lo posible. Siente todas sus energías, todas sus sensaciones, de los pies a la cabeza, sin dejarte ninguna. Profundiza dentro de ti hasta un lugar en el que puedas sentir a la vez todo el cuerpo como un campo de sensaciones unificado y relajado. Encuentra este lugar y entrégate completamente al poder de la inhalación y la exhalación, dentro y fuera, una y otra y otra vez.

No fuerces la respiración, pero tampoco te consientas demasiado y te escondas en ella. Simplemente entrégate a su poder, para que se abra por sí misma, de forma natural, a veces suavemente, y otras de forma explosiva. Si puedes entregarte a la respiración de esta manera, te llevará a un viaje más y más profundo hasta regiones de tu cuerpo desconocidas, donde sensaciones ocultas que nunca has sentido están esperando ser despertadas de su adormecimiento. Con el tiempo, conforme la respiración consiga fundirse y sanar las restricciones hasta su libre expresión, te limpiará de pies a cabeza.

El propio cuerpo

Cuando la conciencia y la sensación de presencia del cuerpo se unen en un único fenómeno, de forma natural se da el despertar.

“No hagas nada más que relajarte con el cuerpo.
Deja que la mente descanse en su estado natural.
Sé como un bambú hueco”
Lo único que tienes que hacer con tu cuerpo es relajarlo. Pero de nuevo, esto sólo puede ocurrir si juegas con el equilibrio. Sin alinear el cuerpo, no puedes relajarte completamente, y sin entregarte a los movimientos espontáneos de adaptación que ocurren de forma natural en tu cuerpo, la relajación no puede durar.

El propósito último del equilibrio es dejar que la corriente de fuerza vital, que se siente como un flujo incesante de sensaciones, pase libremente a través de todo tu cuerpo, igual que el viento puede pasar por el centro vacío de un bambú hueco. Una vez que esta fuerza se activa, es como un fuego que consume los rastrojos y limpia el terreno preparándolo para que brote algo nuevo. Cuando esta energía entra en acción, atraviesa cuerpo y mente quemando los residuos acumulados que mantienen oculta la mente despierta. Ya que cualquier bloqueo que impida fluir libremente la energía por el cuerpo obstaculizará el paso de esta fuerza, sólo si tu cuerpo es como un bambú hueco podrás experimentar su acción purificadora y beneficiarte de ella.

Si juegas con el equilibrio, ya sea en la práctica de meditación formal o mientras te mueves en tu vida, poco a poco aparecerá de forma natural ese estado de mente que estás buscando. Pero no pienses nunca que hay un equilibrio final perfecto, que llegarás a algún tipo de estado último de equilibrio. Tal condición no existe, y se convertiría en una gran esclavitud si existiera. Respiración tras respiración, sensación tras sensación, todo se mueve y cambia, y el equilibrio está constantemente ajustándose a ello. Simplemente sigue abierto a ese movimiento, a esa danza continua del equilibrio.




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