TRANSFORMAR LAS DIFICULTADES EN SABIDURÍA



Recorrer el Camino del Guerrero no consiste en evitar las dificultades sino en aprender a darte cuenta de los errores que cometes, y aplicar entonces el poder transformador de tu corazón.

La vida espiritual conlleva encontrarse con dificultades una y otra vez porque la vida ordinaria también implica encontrarse con dificultades sin cesar, es el inevitable sufrimiento de la existencia. Aunque, en una vida espiritual basada en un buen entrenamiento, estas dificultades pueden ser la causa de nuestro despertar, de una sabiduría profunda, de paciencia, equilibrio y compasión. Sin esta perspectiva estaríamos simplemente cargando con nuestro sufrimiento con resignación y no aprovecharíamos realmente la experiencia.

A menudo ignoramos o menospreciamos ciertas experiencias porque pensamos que no hay nada valioso en ellas, pero generalmente no estamos viendo todas las posibilidades y el potencial que tenemos a nuestro alcance para transformar la realidad que estamos experimentando, por más oscura o negativa que nos pueda parecer. Un principio fundamental en el Camino del Guerrero es que nuestros problemas se pueden convertir en el espacio ideal para descubrir la sabiduría y el amor.

Incluso con poca práctica espiritual podemos descubrir la necesidad de sanación, de parar la guerra interior, y de entrenarnos para estar presentes. Ahora, conforme vamos siendo más conscientes, podemos ver más claramente las contradicciones de la vida, el dolor y las luchas, las alegrías y la belleza, el sufrimiento inevitable, los anhelos ocultos, y el continuo intercambio de alegría y tristeza que forman la experiencia humana.

Al recorrer un auténtico camino de práctica, puede parecer que nuestros sufrimientos aumentan porque ya no los ocultamos ni intentamos ignorarlos. Cuando dejamos de los viejos hábitos de fantasear o distraernos para escapar, nos quedamos frente a frente con los problemas y las contradicciones de nuestra vida.

Un camino espiritual auténtico no evita las dificultades o los errores, sino que nos guía en el arte de ser conscientes de cuándo cometemos errores y aplicar entonces el poder transformador del corazón. Cuando nos proponemos amar, despertar y ser libres, inevitablemente nos vamos a tener que enfrentar con nuestras propias limitaciones. Al mirar dentro de nosotros vemos más claramente nuestros conflictos y miedos ocultos, nuestras debilidades y confusión. Darnos cuenta de todo eso puede resultar difícil.

Es posible que miremos atrás y nos parezca que hemos pasado la vida cometiendo un error tras otro. Recordemos entonces que la práctica espiritual es un error tras otro, es decir, una oportunidad tras otra para aprender. Realmente aprendemos de las dificultades y de los errores, porque vivir es cometer errores continuamente. Si comprendemos esto, nos sentiremos aliviados y seremos capaces de perdonarnos a nosotros y también a los demás, porque podremos aceptar las dificultades de la vida y trabajar con ellas sin luchar.

¿Pero es así como actuamos normalmente? Cuando nos encontramos con dificultades respondemos echando la culpa a alguien, sintiéndonos frustrados o fracasados, y después intentamos superar esos sentimientos deshaciéndonos de ellos lo antes posible para volver a sentir algo más placentero.

Al estar en calma meditando podemos ver con más claridad la forma en que reaccionamos ante las dificultades. Pero, en vez de responder automáticamente echando la culpa a algo o alguien, entonces tenemos la oportunidad de observar tranquilamente nuestras dificultades y la manera en que surgen. Podemos encontrarnos con dos tipos de dificultades: algunas son claramente problemas que hay que resolver, situaciones que necesitan una acción compasiva y una respuesta directa, pero muchas más son problemas que creamos nosotros mismos al luchar intentando que la vida sea diferente a como es o al quedarnos tan encerrados en nuestro punto de vista que somos incapaces de tener una perspectiva más amplia y sabia.


Habitualmente pensamos que nuestras dificultades son culpa de las cosas externas. Cuando surgen las dificultades proyectamos nuestra frustración sobre ellas como si la lluvia, los niños, o el mundo exterior fuera la causa de nuestro malestar. Imaginamos que si pudiéramos cambiar el mundo seríamos felices. Pero no vamos a encontrar la felicidad ni el despertar moviendo las rocas que encontramos en el camino, sino transformando la forma en que nos relacionamos con ellas ¿son realmente un obstáculo que nos impide el paso o un lugar donde apoyarnos para llegar más arriba y tener una visión más amplia?

Mediante la práctica adecuada podemos aprovechar los sufrimientos y las penas de la vida, las luchas internas y con el mundo, y utilizarlos como la base para desarrollar la paciencia y la compasión, como una oportunidad para desarrollar nuestra verdadera naturaleza despierta.

A menudo, lo que más nutre nuestro espíritu es lo que nos enfrenta cara a cara con nuestras mayores limitaciones y dificultades. Sin tener que buscarlas, en la vida encontramos suficientes dificultades para practicar, pero necesitamos un espíritu y un corazón valientes para poder trabajar con ellas.

Como dijo un maestro guerrero: “Sólo un guerrero puede mantenerse en el camino del conocimiento, porque no se queja o se lamenta de nada. La vida del guerrero es un desafío continuo, y los desafíos no son ni buenos ni malos, son simplemente desafíos. La diferencia esencial entre una persona ordinaria y un guerrero es que el guerrero toma todo como un desafío, mientras que la persona ordinaria toma todo como una bendición o como una maldición”.


En las dificultades es donde podemos conocer la verdadera fortaleza de nuestra práctica. En esos momentos, la sabiduría que hemos cultivado y la profundidad de nuestro amor y perdón es nuestro principal recurso. Meditar, orar, o practicar en esos momentos puede ser como un bálsamo que alivia el dolor de nuestro corazón. Las grandes fuerzas de avaricia, odio, miedo, e ignorancia que nos encontramos en el camino pueden ser contrarrestadas por el igualmente gran valor de nuestro corazón.

Esa fortaleza de corazón viene de saber que el dolor que debemos soportar cada uno es sólo una parte del mayor dolor que comparte todo lo vivo. No es simplemente “mi” dolor sino “el” dolor, y darnos cuenta de ello despierta en nosotros la compasión universal. De esta manera nuestro sufrimiento abre nuestros corazones.

Como guerreros tenemos en nuestro corazón el poder de enfrentarnos a cualquier circunstancia difícil y convertirla en una oportunidad de oro para practicar. Ese es el resultado de una verdadera práctica. La libertad y el amor son la culminación de la vida espiritual, su verdadera meta.

Esta libertad nace de nuestra capacidad de trabajar con cualquier energía o dificultad que surja. Es la libertad de entrar sabiamente en todos los reinos de este mundo, reinos hermosos y dolorosos, reinos de guerra y reinos de paz. No podemos encontrar semejante libertad en ningún otro lugar ni en otro momento que aquí y ahora en esta misma vida. Tampoco tenemos que esperar momentos de extrema dificultad para experimentar la libertad. De hecho, se cultiva mejor según vivimos el día a día.

Podemos empezar a encontrar esa libertad en las circunstancias de la vida diaria si las vemos como oportunidades para practicar. Cuando nos encontremos con esas dificultades diarias, podemos preguntarnos: ¿las vemos como una maldición, como una desafortunada obra del destino? ¿las maldecimos? ¿salimos huyendo? ¿nos supera el miedo o la duda? ¿cómo podemos empezar a trabajar con las reacciones que encontramos en nosotros?

Con frecuencia sólo vemos dos opciones para tratar con nuestros problemas. Una es suprimirlos y negarlos, intentando llenar nuestra vida sólo con luz, belleza y sensaciones agradables. Con el tiempo nos damos cuenta que eso no funciona, porque lo que suprimimos por un lado aparece gritando por otro. Si suprimimos pensamientos en nuestra mente y emociones en nuestro corazón, acabamos con úlcera de estómago; si intentamos ignorar problemas de nuestro cuerpo, nuestra mente se agita o se cierra, llena de miedo que no queremos ver. La segunda opción que solemos escoger para tratar con los problemas es la contraria: dejar salir todo lo que sentimos en cada situación. Eso también es un problema, porque si reaccionamos expresando cada sensación que tenemos, todo lo que no nos gusta y cada opinión que tenemos, nuestras reacciones habituales van creciendo hasta que se vuelven agobiantes, dolorosas, contradictorias, y finalmente abrumadoras.

¿Qué opción nos queda entonces? La tercera alternativa es nuestro corazón despierto y atento. Podemos encarar esas fuerzas, esas dificultades, e incluirlas en nuestra meditación para impulsar nuestra vida espiritual. Nuestras dificultades requieren nuestra atención más compasiva. Igual que en la alquimia puede transformarse el plomo en oro, cuando ponemos nuestras dificultades de plomo, ya sean del cuerpo, del corazón o de la mente, dentro de nuestra práctica, se pueden transformar al iluminarse en oportunidades de oro. Aunque no es esto lo que nos gustaría hacer, es lo que debemos hacer. Por mucho que meditemos, hagamos yoga, sigamos una dieta o reflexionemos sobre nuestros problemas, nada de eso hará que desaparezcan de nuestra vida, pero lo que sí podemos hacer es transformar nuestras dificultades al incluirlas en nuestra práctica para que poco a poco nos vayan guiando en el camino.


En la vida, siempre tenemos la opción de transformar con nuestro corazón lo que aparentemente no tiene valor, o incluso es negativo, en algo realmente valioso, como el oro, que nos ayude a crecer como guerreros y a seguir avanzando en nuestro camino. Todo lo que necesitamos es prestar atención y estar dispuestos a aprender de las dificultades. Cuando miramos con sabiduría, en lugar de luchar contra las circunstancias podemos convertir nuestras dificultades en buena suerte.

Cuando nuestro cuerpo enferma, en lugar de luchar con la enfermedad, podemos escuchar lo que quiere decirnos y utilizar esa información para sanarlo. Cuando nuestros hijos lloriquean o protestan, en vez de hacerles callar, podemos escuchar qué es lo que en el fondo necesitan. Cuando tenemos dificultades con algún aspecto de nuestra pareja, podemos preguntarnos cómo tratamos esa parte de nosotros mismos. Las dificultades o debilidades a menudo nos están indicando lo que realmente necesitamos aprender.

A menudo podemos aprender una nueva forma de hacer las cosas a partir de nuestras aparentes debilidades. Las cosas que hacemos bien, con las que hemos desarrollado una gran confianza en nosotros mismos, pueden convertirse en algo tan habitual que nos den una falsa sensación de seguridad. No es gracias a ellas que vamos a avanzar más en el camino. Si nuestra fortaleza es pensar las cosas cuidadosamente, entonces los pensamientos no serán nuestro mejor maestro. De la misma forma que si estamos acostumbrados a seguir nuestros sentimientos, entonces los sentimientos no son con lo que aprenderemos más. Con lo que nos vamos a abrir más directamente al misterio da la vida es con lo que no hacemos bien, con lo que luchamos y somos más vulnerables. En esas circunstancias vamos a tener que rendirnos y soltar, y es precisamente en esos momentos en que nos volvemos más vulnerables, cuando puede nacer algo nuevo en nosotros. Al arriesgarnos a enfrentarnos a lo desconocido es cuando conseguimos sentir realmente la vida. Y normalmente, lo que descubrimos había estado allí mismo, escondido bajo el problema y la debilidad misma.

En cada una de nuestras dificultades podemos encontrar semillas de sabiduría, paz y plenitud. Podemos despertar con cada actividad. Aunque al principio no estemos muy seguros de esta verdad, con la práctica se convertirá en una realidad viva. Al recorrer nuestro camino se puede abrir nuestro ser de tal manera que podamos aprender de cada persona que encontremos, convirtiendo cada circunstancia en una oportunidad preciosa para desarrollarnos como guerreros. Para eso debemos utilizar las dificultades como materia prima para practicar, de esa manera nuestra vida dejará de ser una lucha con éxitos y fracasos, para convertirse en una danza del corazón en la que convertimos las dificultades en sabiduría.








Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.




Comentarios