ALLÍ DONDE ESTÁS, ESTÁ EL DESPERTAR

El despertar está siempre ahí, incluso cuando nuestra práctica es imperfecta, pero no nos damos cuenta.

Lo más importante en nuestra práctica es darnos cuenta que ya tenemos esa esencia despierta dentro de nosotros. Aunque lo podemos comprender intelectualmente, es bastante difícil de aceptar. Nuestra vida diaria transcurre en el mundo del bien y del mal, el mundo de la dualidad, mientras que el despertar está en el mundo absoluto donde no hay bueno ni malo. Hay una doble realidad, y nuestra práctica consiste en ir más allá del mundo del bien y el mal y realizar lo absoluto, y eso puede ser bastante difícil de comprender.

Cuando cocinamos preparamos cada ingrediente por separado, pero cuando la comida llega al estómago ya no se puede distinguir cuál es cada uno. Ese es el mundo del absoluto. Mientras los alimentos están separados no nos alimentan. Ocurre lo mismo con tu comprensión intelectual o el conocimiento adquirido con los libros, permanecen separados de tu experiencia de la vida.

La práctica mezcla las diferentes formas que tenemos de comprender y deja que trabajen juntas. Una lámpara de aceite no funciona sólo porque tenga aceite, también necesita aire para arder, y cerillas para encenderla. En nuestra práctica utilizamos también diferentes elementos, que trabajan juntos para encender en nosotros la llama del despertar.

Tener una experiencia de despertar es por supuesto importante, pero lo que es más importante es saber ajustar la llama en la práctica y en nuestra vida diaria. Cuando la llama está ardiendo completamente no hueles el aceite, pero cuando echa humo vas a olerlo. Cuando tu vida está ardiendo plenamente no hay quejas, y no hay necesidad de estar pendiente de tu práctica. Pero si hablamos demasiado sobre la práctica, aún somos como una lámpara humeante.

Un maestro puede decir: “practica y alcanzarás el despertar, y al alcanzarlo te desapegarás de todo y verás las cosas tal y como son”. Y por supuesto que eso es cierto, pero no siempre es así nuestro camino, pues estamos estudiando cómo ajustar la llama de nuestra lámpara una y otra vez. Las enseñanzas nos dicen que debemos vivir cada momento completamente, como una lámpara o una vela ardiendo plenamente. El sentido de las enseñanzas y la práctica es vivir cada momento, haciéndonos uno con todo.

La práctica de la meditación es algo muy sutil, y mientras practicas te das cuenta de cosas en las que no habías reparado mientras estabas haciendo otras cosas como, por ejemplo, pequeñas molestias de las que no eras consciente hasta que te has sentado a meditar. Podemos pensar que practicaríamos mucho mejor si no tuviéramos problemas, pero realmente es necesario algún problema, aunque sea pequeño, porque así podemos practicar a través de la dificultad. Esto es especialmente significativo, podemos decir que la práctica y el despertar son uno. La práctica es algo que haces conscientemente, algo que haces con esfuerzo, y ahí mismo está el despertar.

Mientras se esfuerzan por alcanzar el perfecto despertar, muchos no entienden este punto: las cosas que existen son imperfectas. Así es realmente todo lo que existe en este mundo. Nada de lo que vemos es perfecto. Pero ahí mismo, en esa misma imperfección está la realidad perfecta. Eso es cierto tanto intelectualmente como en la práctica, cierto sobre el papel y cierto con nuestro propio cuerpo.

Puedes pensar que sólo realizarás una verdadera práctica una vez que hayas alcanzado el despertar, pero no es así. La verdadera práctica se lleva a cabo en la ilusión, en la frustración. Si cometes un error, ahí es donde puedes llevar a cabo tu práctica. No hay otro lugar donde realizar tu práctica.

Aunque hablamos del despertar, verdaderamente el perfecto despertar está más allá de nuestra comprensión, de nuestra experiencia. Incluso en nuestra práctica imperfecta está allí mismo, pero no nos damos cuenta de ello. Así que la cuestión es encontrar el verdadero significado de la práctica antes de alcanzar el despertar. Donde sea que estés, allí está el despertar. Si te levantas ahora mismo donde estás, ahí está el despertar.

Podemos decir que es la práctica del “no saber”. Ya no sabemos qué es la práctica. Ya no sé quién soy yo. Mantener la compostura cuando no sabes quién eres o dónde estás, es aceptar las cosas tal y como son. Aunque no sepas quién eres, te aceptas a ti mismo. A ese verdadero “yo”. Cuando sabes quién eres tú, ese “tú” no es el verdadero tú. Te puedes sobrestimar muy fácilmente, pero cuando dices “No lo sé”, entonces tú eres tú, y te conoces completamente. Ahí está el despertar.

Las enseñanzas guerreras son muy buenas, pero si nos volvemos arrogantes y creemos demasiado en nosotros mismos nos perderemos. Entonces ya no serán enseñanzas, no será el camino del guerrero en absoluto. Cuando encontramos la alegría de vivir en nuestra aceptación de ese “no saber”, no saber lo que es, no comprender nada, entonces nuestra mente es muy grande, muy amplia. Entonces nuestra mente está abierta a todo, y es lo suficientemente grande para saber antes de que nosotros sepamos algo. Estamos agradecidos incluso antes de que tengamos algo. Incluso antes de que alcancemos el despertar, estamos felices de practicar como lo hacemos. De otra manera no podremos alcanzar nada realmente.




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