Como guerreros debemos mantener la
confianza, a pesar de los altibajos que encontramos en el camino al despertar,
aceptando sus diferentes estaciones.
En
nuestro anhelo por despertar, podemos tener la esperanza de alcanzar un estado
de perfección inalterable que solucione el problema del cambio constante que
trastorna nuestras vidas. Pero si observamos lo que ocurre en nuestro camino al
despertar, que es algo que se va desarrollando poco a poco durante toda la vida,
comprenderemos que cada uno de nosotros estamos de alguna manera a mitad de un
largo paseo a través de terrenos muy diferentes. Entonces nuestra tarea es seguir
vivos a través de los cambios de terreno y confiar en el camino que aparece
ante nosotros, en lugar de intentar imponer nuestro mapa.
En el
despertar hay estaciones. El invierno del despertar es puro y cristalino. La
nieve cubre todas las diferencias y características distintivas en un blanco
continuo, y se relaja nuestra mirada. Esta es la sabiduría de la igualdad, brillante
y un poco fría.
Después,
si le dejamos, viene la primavera con su exuberancia y su abundancia, revelando
la sabiduría de la diferenciación. Ahora las distinciones entre las cosas, y la
belleza particular de cada cosa, son importantes. Si en el invierno del
despertar amamos todo de igual forma, en su primavera amamos cada cosa por sí
misma.
Tanto
el invierno como la primavera son parte de lo que es verdad, como también lo
son el verano y el otoño en su momento. Si
aceptamos las transformaciones estacionales del despertar, descubrimos una
mayor verdad que nos muestra una nueva forma de confiar en el mismo cambio que
una vez pensamos era un problema.
El
despertar también tiene sus altibajos. A menudo los estudiantes guerreros se
preocupan o se desaniman cuando parece que no ocurre nada en su vida
espiritual. Pero porque no seamos conscientes de algo no significa que no esté
ocurriendo. Cuando el campo parece estar inactivo, podemos aprender a confiar
en lo que está sucediendo bajo la superficie, en la oscuridad, invisible para
nosotros. De hecho, es esencial que con el relámpago viene la calma de la
oscuridad, cuando el estallido radiante es absorbido para formar parte de la
totalidad.
Podemos aprender a
confiar tanto en la implacable desnudez del invierno como en los explosivos
brotes de la primavera, como hacen las plantas, reduciéndose a las simples
raíces para después volver a brotar. Aceptar todas las estaciones del despertar
significa que seguimos recorriendo el Camino, aunque en algunos momentos no lo
entendamos no significa que nos hayamos desviado, no hay razón para
desilusionarse. Aunque algunas veces esté oscurecido por las nubes, sigue
estando ahí el amanecer, largo y lento, en el que estamos caminando.
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