Los auténticos guerreros, que aspiran a alcanzar el
despertar, toman una determinación: “Me comprometo a alcanzar el despertar por
el bien de todos los seres”.
Esa es una promesa impresionante. Significa que reconocemos
que nuestra propia liberación está entrelazada con la liberación de todos los
seres sin excepción. Quiere decir que, en lugar de ver a los otros seres como
adversarios, debemos verlos como compañeros en esta búsqueda de libertad. En
lugar de ver a los demás con miedo o con desprecio, que surge al creer que
estamos separados, los vemos como parte de quienes somos. Ver la verdad de esta
interconexión fundamental es lo que llamamos en el camino del guerrero “visión
correcta”.
Como dijo un maestro guerrero: “Como el amanecer es el
precursor y la primera indicación del sol naciente, de igual forma la visión
correcta es la precursora y primera indicación de los estados íntegros”. De la
misma manera que el amanecer lleva al sol naciente, ver la verdad de nuestra
interconexión lleva al estado mental del amor compasivo que caracteriza al
guerrero.
Gracias al amor compasivo nos convertimos en aliados de
todos los seres en todas partes. Puede parecer imposible cuidar verdaderamente
de todos los seres en todo lugar, pero desarrollar el corazón de amor compasivo
no consiste en esforzarse, no tiene nada que ver con apretar los dientes cuando
estás furioso y ocultarlo de alguna manera con una capa de sentimientos
positivos. El amor compasivo es una capacidad que todos tenemos, tan sólo hay
que ver las cosas tal y como son realmente.
Todos somos guerreros,
no en el sentido de ser los salvadores corriendo por ahí para solucionar los problemas
de todo el mundo, sino a través de la verdad de la interconexión. No hay
separación, todos nos pertenecemos unos a otros. Ser un guerrero, abrir nuestra
capacidad de amor compasivo, es más una cuestión de reconocer nuestra
interconexión que una lista del tipo de acciones que debemos llevar a cabo.
En esencia, no somos diferentes unos de otros, sin importar
quién seamos. Compartimos el mismo deseo de felicidad y ninguno de nosotros
dejamos esta tierra sin haber sufrido. Todos los seres, en todo lugar, quieren
ser felices, y es sólo debido a nuestra ignorancia que hacemos cosas que crean
sufrimiento o pena para nosotros y para los demás.

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