Al
no apegarse ni odiar se manifiesta la naturaleza luminosa del guerrero
Más allá de lo que nos atrae o
rechazamos, cuando superamos el apego y el odio, brilla la naturaleza luminosa
del guerrero. En la vida hay cosas que nos gustan y otras que nos disgustan,
pero las cosas son lo que son independientemente de cómo las experimentamos o
reaccionamos ante ellas. No hay ningún ser que realmente sea atractivo o
repugnante por sí mismo, estos son juicios que dependen del observador. Si percibimos
la realidad como agradable o desagradable, si algo nos atrae o lo odiamos, es
nuestra mente condicionada la que tiene esos prejuicios y no es capaz de ver la
realidad tal y como es. Esto es lo que las enseñanzas guerreras llaman
ignorancia, una visión errónea de la realidad.
Es esta visión limitada y
errónea la que nos oculta la verdadera naturaleza de la realidad, la que nos
oculta el brillo singular de cada ser y de cada fenómeno que nos rodea. Como un
filtro, los prejuicios de nuestra mente manipulan la percepción de la realidad
sin dejarnos ver su verdadera naturaleza. Cuando el filtro desaparece, se
manifiesta la luz innata original. La naturaleza luminosa de cada fenómeno, de
cada ser, no es agradable o desagradable, no es en sí misma atractiva ni
odiosa. La naturaleza intrínseca de cada cosa está más allá de los conceptos de
perfecto o imperfecto, es perfecta en sí misma. La naturaleza luminosa de cada
ser es pura, más allá de los conceptos de puro e impuro. El brillo de la
naturaleza innata de cada ser está más allá de los conceptos de ser o no ser.
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