LA MEDITACIÓN DEL ESPEJO


Una práctica para ayudarnos a ver más claramente a las personas difíciles, y a nosotros mismos.

Durante nuestra vida todos nos encontramos con personas difíciles de tratar, y nadie quiere ser una de esas personas difíciles. Esta contemplación, “la meditación del espejo”, puede ayudarnos a despertar nuestro corazón ante esas personas que nos hacen pasar un mal rato, a comprenderlas un poco más y ser más compasivos con ellas. También nos puede ayudar a “ablandarnos” y ser así menos difíciles para los demás.

Hay muchas tradiciones que animan a ponernos en el lugar de los demás o a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. La “meditación del espejo” nos ofrece una forma de practicar eso. Esta contemplación puede tocar y abrir tu corazón cuando se ha endurecido o congelado, manifestándose esa apertura de manera sutil o más evidente. Incluso puede cambiar la vida de algunas personas al ayudarles a reconectar con seres queridos con los que habían perdido la comunicación.

Comienza la práctica buscando un lugar tranquilo donde sentarte. Una vez allí, puedes emplear unos minutos prestando atención a tu respiración, sintiendo como sale y entra el aire al respirar, para así calmar un poco tu mente.

Después piensa en una persona con la que te sea difícil tratar. Piensa en lo que sabes de esa persona: su apariencia, en qué emplea su tiempo, qué le preocupa, qué es lo que te resulta difícil de ella. Entonces imagina que esa persona está sentada enfrente de ti. Sitúala a la distancia que te parezca bien. No te preocupes si no tienes una imagen clara de ella, es suficiente con tener la sensación de que está ahí.

Presta atención a lo que surja dentro de ti mientras imaginas a esa persona difícil enfrente de ti. ¿Qué sensaciones tienes? ¿Qué emociones despierta dentro de ti? ¿Qué pensamientos aparecen en tu mente? Permite que aparezca lo que sea que surja. Quédate un tiempo con eso.

A continuación, en tu imaginación, intercámbiate con esa persona, toma su lugar, conviértete en esa persona difícil. Emplea el tiempo que necesites para asentarte en ese nuevo cuerpo. ¿Cómo es ser esa persona? ¿Qué sientes en tu cuerpo? ¿Qué emociones sientes? ¿Qué pensamientos tienes? De nuevo toma el tiempo necesario.

Ahora, mira a la persona que tienes enfrente (tu yo original), presta atención a lo que sientes hacia esa persona. ¿Cuál es vuestra historia? Date cuenta de cualquier cosa que surja: sensaciones, emociones y pensamientos. Ahora, piensa qué es lo que tú, ahora la persona difícil, quiere de tu yo original.

Si te parece bien y no te perjudica, imagina que, como la persona difícil que eres ahora, recibes lo que quieres. Siente cómo te sientes al recibirlo. Esta parte de la contemplación es opcional, puedes imaginarlo o seguir adelante con la práctica.

Ahora vuelve a intercambiar los sitios, vuelve a tu yo original. Una vez más, mira o siente a la persona que tienes frente a ti. ¿Qué es lo que surge ahora en ti al imaginarla? Si le has dado lo que quería ¿cómo te sientes ahora por ello?

Cuando estés listo, deja que toda la contemplación se disuelva y permanece otra vez siguiendo tu respiración durante unos minutos.

Date cuenta de lo que experimentas ahora, después de haber hecho la contemplación, especialmente cuando piensas en esa otra persona. Date cuenta si ha cambiado algo. Mucha gente descubre que lo que la otra persona quería era algo que podían ofrecerle sin dificultad. Otras se dan cuenta que es imposible.

Esta contemplación puede ayudarnos a soltar nuestras ideas fijas sobre la otra persona. Puede ayudarnos a ver a esa persona de una manera más completa y a soltar las etiquetas o estereotipos que teníamos de ella. Esto puede permitirnos tener un corazón más abierto y ser menos difíciles para los demás.











Audio "La meditación del espejo"





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