EL GUERRERO Y LA SOCIEDAD


Crisis medioambiental, especies en extinción, un sistema económico disfuncional, dominación empresarial de los gobiernos, superpoblación… es un momento crítico en la historia de la humanidad, y las decisiones colectivas que tenemos que tomar en los próximos años determinarán el curso de los acontecimientos para las generaciones venideras.

Necesitamos una transformación personal y social para poder acabar con el sufrimiento de este mundo. Las enseñanzas guerreras, en resumen, enseñan sobre el sufrimiento y cómo acabar con él. Esto implica que también es necesaria la transformación social para abordar el sufrimiento estructural e institucionalizado perpetuado por aquellos que se benefician de un orden social injusto.

¿Hay algo en las enseñanzas de la tradición guerrera que puede unir estos dos tipos de transformación en un nuevo modelo de activismo conectando la práctica interna y externa?

El guerrero puede hacerlo. Ese guerrero que escoge no separarse para llegar al estado perfecto del despertar, sino permanecer dentro de este mundo para ayudar a dejar de sufrir y a despertar a todos los seres.

En lugar de preguntarse “¿Cómo puedo salir de esta situación?” el guerrero se pregunta “¿Cómo puedo contribuir a hacer mejor esta situación?” Hoy, más que nunca, debemos comprender el Camino del Guerrero como un arquetipo espiritual que ofrece una nueva visión de las posibilidades humanas.


La sabiduría y la compasión son las dos alas del Camino del Guerrero, y necesitamos las dos para poder volar. La sabiduría es darnos cuenta de que no hay un “yo” separado del resto del mundo, y la compasión es poner en práctica ese descubrimiento.

La visión de un guerrero comprometido socialmente es ayudar a desarrollar una sociedad despierta que sea socialmente justa y ecológicamente sostenible. Busca abrir nuevas perspectivas y posibilidades, que nos desafíen a transformarnos y a transformar nuestras sociedades más profundamente. Esto nos lleva a ver el Camino del Guerrero como un nuevo arquetipo para el activismo social.


El activismo del guerrero tiene algunas características distintivas, como la visión de interdependencia, “todos estamos juntos en esto”, y que, más que la maldad, es la confusión la causa de nuestros problemas. Esto no implica violencia, ya que es habitualmente contraproducente, sino unas políticas basadas en el amor no dual en lugar del enfado reactivo que nos separa a nosotros de ellos.

El problema fundamental en nuestra sociedad no es la mala gente rica y poderosa sino las estructuras institucionalizadas de codicia, agresión y engaño colectivos. El pragmatismo y el no dogmatismo del guerrero pueden ayudar a ir más allá de las disputas ideológicas que han debilitado a tantos grupos progresistas, y el énfasis del Camino del Guerrero sobre utilizar los medios más hábiles y adecuados en cada situación provocan la imaginación creativa, algo muy necesario si vamos a desarrollar una forma más saludable de vivir juntos en esta tierra y de encontrar el camino para llegar a ello.

Aunque la mayor contribución del guerrero en estos tiempos difíciles, cuando a menudo nos sentimos abrumados por la magnitud de los desafíos y a punto de perder las esperanzas, es la actitud del guerrero que dice: “lo difícil lo haremos inmediatamente, lo imposible nos costará un poco más de tiempo”.


El guerrero se ha comprometido consigo mismo a ayudar a liberar a todos los seres. Alguien que se ofrece voluntariamente a semejante tarea inalcanzable no se va a dejar intimidar por las crisis actuales, no importa lo imposible que puedan parecer, seguirá avanzando por el Camino del Guerrero haciendo todo lo que esté en su mano para mejorar el mundo en el que vive.





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