DESCUBRIR TU MUNDO



La mente despierta existe a nuestro alrededor, pero ¿cuántas veces entramos realmente en contacto con ella?

Durante el día puedes parar, tomar un descanso de tus pensamientos habituales, y descubrir la inmensidad y la magia del mundo que te rodea. Este tipo de práctica de mindfulness, fácil y espaciosa, es lo más importante que podemos hacer con nuestras vidas.

Uno de los temas de contemplación favoritos del guerrero es la siguiente cuestión: “Ya que la muerte es cierta, pero el momento de la muerte es incierto, ¿Qué es lo más importante?” Sabes que vas a morir, pero no sabes realmente cuánto tiempo tienes para despertar y salir de la coraza de tus pensamientos habituales que te aprisiona. No sabes cuánto tiempo te queda para lograr desarrollar todo el potencial de tu preciosa condición de ser humano. Teniendo esto en cuenta… ¿Qué es lo más importante?

Cada día de tu vida, cada mañana, puedes preguntarte: “¿Qué es lo más importante mientras vivo este día? ¿Cuál es el mejor uso que le puedo dar a este día?” Al envejecer, da un poco de miedo ir a la cama por la noche y cuando revisas lo que ha ocurrido ese día te das cuenta de que ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. Entonces te preguntas: “¿Ese fue todo el día? ¿Qué hice con él? ¿Fui un poco más compasivo, más amoroso, cuidé mejor de otros, o me acerqué de alguna manera a estar completamente despierto? ¿Tengo una mente más abierta? ¿Qué hice realmente con mi día? Tenemos muy poco tiempo y la forma en que lo empleamos es muy importante.

¿Cuál es el mejor uso que le podemos dar a cada día de nuestras vidas? En tan solo un día podemos ser un poco más sensatos, más compasivos, más tiernos, darnos más cuenta de que la vida es semejante a un sueño. O podemos enterrar más profundamente todas esas cualidades y conectarnos más con una mente rígida, ocultándonos más dentro de nuestra propia coraza.

Cada vez que un hábito se hace más fuerte, cada vez que nos sentimos más atrapados en nuestros pensamientos o que vamos en piloto automático, podemos verlo como una oportunidad para consumir y agotar las tendencias negativas que vamos arrastrando desde hace tiempo. En lugar de verlo como un problema, podemos verlo como la maduración final de esas tendencias, lo que nos da una oportunidad de quemarlas y agotarlas, o al menos de debilitarlas. Pero eso es difícil de hacer. Cuando nos damos cuenta de que estamos enganchados, de que vamos en piloto automático, ¿Qué hacemos entonces? Esa es la cuestión principal para el guerrero.

Una de las formas más efectivas de trabajar en ese momento en que vemos que se avecina la tormenta de nuestras tendencias habituales es la práctica de parar, o de crear un espacio. Podemos parar y respirar conscientemente tres veces, así le damos una oportunidad al mundo para que se abra ante nosotros en ese espacio. Podemos dejar espacio en nuestro estado mental.

Antes de parar conscientemente o crear espacio, puede ser útil apreciar el espacio que ya existe en nuestro entorno. La mente despierta existe a nuestro alrededor —en el aire y el viento, en el mar, en la tierra, en los animales— pero ¿cuántas veces estamos realmente en contacto con ella? ¿Estamos sacando la cabeza de nuestro caparazón el tiempo suficiente para saborearla verdaderamente, para experimentarla, para dejarla que cambie algo en nosotros, para dejarla que penetre en nuestra forma convencional de mirar las cosas?

Si empleas un tiempo para practicar meditación formalmente, quizá por la mañana temprano, hay muchísimo silencio y espacio. La misma práctica de la meditación es una forma de crear espacio. Cada vez que te das cuenta que estás pensando y dejas ir tus pensamientos, estás creando un espacio. Cada vez que sale el aire con la respiración, estás creando un espacio. Tal vez no lo experimentes siempre así, pero la instrucción básica de meditación está diseñada para llenarla de espacios. Si no llenas tu tiempo de práctica con tu mente discursiva, con tus preocupaciones y obsesiones y todas esas cosas, tendrás tiempo para experimentar la gracia de tu entorno. Puedes simplemente sentarte ahí en silencio. Entonces tal vez despunte el silencio en ti, y te penetre el aspecto sagrado del espacio.

O tal vez no. Quizás ya estás liado con el trabajo que tienes que hacer ese día, los proyectos del día anterior que aún no has acabado. Quizás estás preocupado por algo que tienes que hacer, o que no tienes que hacer, o por una carta que acabas de recibir. Tal vez estás atrapado con tu mente ocupada, atrapado con la duda o el miedo, con la depresión o el desánimo. En otras palabras, te has escondido dentro de tu caparazón.

Para cada uno de nosotros, la experiencia de nuestro lío es diferente cada día. Sin embargo, si conectas con la gracia de tu entorno —la quietud, la magia, y el poder— quizás esa sensación pueda quedarse contigo y puedas pasar tu día con ella. Sea lo que sea lo que estés haciendo, la magia, la cualidad sagrada y expansiva, la quietud, permanecerá contigo. Cuando estás en contacto con ese entorno más amplio, puedes atravesar tu mentalidad de caparazón.

Por otra parte, sabemos por experiencia la fuerza que tiene la mente habitual. La mente discursiva, ocupada, preocupada, atrapada, la mente distraída, es poderosa. Por eso aún hay más motivos para hacer lo más importante: darnos cuenta de la gran oportunidad que es cada día, y lo fácil que es malgastarlo. Si no dejas que se abra tu mente y conecte con el lugar donde estás, con la inmediatez de tu experiencia, puedes hundirte completamente con mucha facilidad. Puedes quedarte completamente atrapado y distraído con los detalles de tu vida, desde que te levantas por la mañana hasta que te duermes por la noche.

Te lías tanto con el contenido de tu vida, con las pequeñeces que forman el día, te absorbe tanto el gran proyecto que tienes que hacer, que se te escapa la gracia, la magia, la quietud, y la grandeza. No sales de tu caparazón, excepto cuando hay un ruido tan fuerte que no puedes ignorarlo, o algo te impacta o capta tu atención. Entonces, por un momento, sacas la cabeza y te das cuenta: “¡Guau! ¡Mira qué cielo! ¡Mira esa ardilla! ¡Mira esa persona!”

Grandes maestros guerreros han hablado de la inutilidad y el sin sentido que es enfocarnos tanto en los detalles que nos atrapan y no nos dejan ver lo que tenemos delante de las narices. Este enfoque inútil se extiende un momento tras otro de forma continua, convirtiéndose en días, meses, e incluso la vida entera. ¿Se te pasa todo el tiempo simplemente pensando sobre cosas, distraído con tu propia mente, completamente perdido con tus pensamientos? Todos conocemos muy bien este hábito, es el dilema del ser humano. Esto es lo que han reconocido todos los grandes maestros guerreros, y a lo que tenemos que enfrentarnos.

“Sí, pero… Sí, pero tengo un trabajo que hacer, hay una fecha límite, hay un montón de emails que tengo que leer, tengo que limpiar y cocinar y hacer unos recados”. ¿Cómo se supone que vamos a hacer malabarismos con todo lo que tenemos que hacer en un día, en una semana, en un mes, sin perder la preciosa oportunidad de experimentar quien somos realmente? No sólo tenemos una preciosa vida humana, sino que esa preciosa vida humana está hecha de preciosos días humanos, y esos preciosos días humanos están hechos de preciosos momentos humanos. La manera en que los utilizamos es realmente importante. Sí, tenemos trabajos que hacer, no estamos todo el día sentados meditando, ni siquiera en un centro de retiros. Y tenemos también el tema de las relaciones, cómo vivimos juntos, cómo surgen los roces entre unos y otros. Ir por nuestra cuenta, alejarnos de las personas que pensamos nos distraen, no resolverá nada. Parte de nuestro karma, de nuestro dilema, es aprender a trabajar con los sentimientos que despiertan las relaciones. También nos ofrecen oportunidades de hacer lo más importante.

Si pasas toda la mañana perdido con tus pensamientos, preocupándote de lo que tienes que hacer por la tarde, trabajando sobre ello en cada pequeño espacio que puedes encontrar, has malgastado muchísimas oportunidades, y ni siquiera es aún hora de comer. Pero si la mañana se caracteriza al menos por algo de espacio, por algo de apertura en tu mente y tu corazón, algo de espacio en tu forma habitual de liarte, más tarde o más temprano empezará a impregnar el resto de tu día.


Si no estás acostumbrado a la experiencia de la apertura, si no la has probado, entonces no hay forma de que influya en la tarde. En cambio, si le has dado una oportunidad a la apertura, no importa si estás meditando, trabajando con el ordenador, o preparando la comida, la magia estará allí para ti, impregnando tu vida.




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