UN PEQUEÑO CAMBIO DE RUMBO


Todos tenemos en nuestro interior ese estado despierto que buscamos, un amor inmenso y una gran sabiduría yacen en lo más profundo de nosotros esperando que los encontremos y les demos la ocasión de brillar e iluminar nuestra vida. A veces pensamos que estamos muy lejos de nuestro objetivo, que nos hemos perdido o desviado demasiado para encontrar la paz y la luz que anhelamos, pero estamos muy cerca, aunque aún no lo veamos, tan sólo un pequeño cambio en nuestro rumbo puede hacer que nos encontremos frente a frente con el despertar.

Aunque haya días que nos sintamos a gran distancia de ser un guerrero despierto, en realidad siempre tenemos a nuestra disposición la sabiduría y el amor que ya están en nuestro interior. Y para encontrarlos no necesitamos viajar a otro continente, ni cambiar radicalmente nuestro comportamiento y nuestra forma de vivir, tan sólo necesitamos hacer un pequeño cambio en nuestra actitud. Vivir como guerreros trata, sobre todo, de aprender a confiar en la riqueza y la bondad que ya tenemos en nuestro ser.

Para conseguirlo, debemos entrenarnos para acumular cada día la energía que necesitamos. Estamos acostumbrados a ver las cosas desde una perspectiva egocéntrica, y a convivir día tras día con una ligera sensación de irritación, depresión o ansiedad. No podemos esperar cambiar nuestra actitud de un día para otro, sintiéndonos contentos, satisfechos, amables y sabios.

Por eso, la forma más sencilla y más efectiva de progresar en nuestro camino del guerrero es el entrenamiento diario, aunque sean unos cuantos minutos, para hacer un pequeño cambio en nuestra actitud.

Podemos tomarnos unos minutos cada mañana, nada más despertar, para calmar la mente, dejándola descansar en la respiración, en lugar de saltar apresurados para dejarnos llevar por el torbellino de actividades diarias. Mientras prestamos atención a nuestra respiración surgirá algún pensamiento pero, en lugar de rechazarlo o dejarnos llevar por él, lo podemos reconocer como tal aceptándolo y soltándolo para que siga su camino, mientras volvemos a centrarnos en la respiración.

Después de calmar la mente durante unos instantes siguiendo la respiración, podemos dirigir nuestros pensamientos a encontrar la forma de ser útiles a los demás, qué podemos hacer hoy para aprender más o cómo fortalecer nuestra energía interior. De esta manera, abrimos nuestro corazón y conectamos con nuestra sabiduría interna para prepararnos a vivir el nuevo día.

Al dejar descansar la mente en la respiración conectamos con la tierra, con esa cualidad que nos mantiene y nos da estabilidad. Al reflexionar sobre ideas que valen la pena, desarrollamos la disciplina que nos ayuda a desarrollar una buena actitud guerrera. Aunque en la vida solemos encontrar imprevistos y obstáculos que nos pueden hacer perder la confianza en nuestro corazón de guerrero, si empezamos enfocando nuestra mente en el rumbo adecuado, podremos mantener una actitud correcta para vivir el día como guerreros.

Desarrollar la confianza en nuestra esencia de guerreros debe ser una práctica continua, día y noche. Cuando empezamos el día con esos diez minutos de práctica, impregnamos de energía positiva nuestra mente que acaba de despertar en su estado neutral. Descansamos en ese estado de paz que llevamos dentro, nos entrenamos para mejorar como personas, y acumulamos la energía necesaria para vivir el día como guerreros abiertos y conscientes. Poco a poco, vemos con más claridad, sintiéndonos más seguros, disolviéndose las dudas y la ignorancia.

Después nos incorporamos a la actividad de la vida diaria manteniendo el rumbo que establecimos en nuestra reflexión matutina, dedicándonos a desarrollar las virtudes del guerrero, actuando por el bien de los demás y reuniendo energía positiva. Al conectar cada día con la inspiración del principio del cielo, podemos traer al aspecto más terrenal de nuestra vida esa energía virtuosa que emana de nuestros actos cuando utilizamos la sabiduría, que nos ayuda a ver cómo funciona la vida y cómo actuar de manera adecuada y precisa.

Tras haber ampliado la mente en la meditación de la mañana, continuamos moviéndonos en la dirección adecuada con nuestros pensamientos y nuestros actos, poniendo rumbo a la paz, la sabiduría y el amor, alejándonos de la perspectiva egoísta del “yo”.

Durante el día, cuando se presenta algo que nos inquieta o desestabiliza, volvemos a llevar nuestra atención a la respiración o recordamos la idea sobre la que reflexionamos por la mañana para volver a centrarnos.

Puede ser útil mantener en nuestra mente una idea sobre la que reflexionar a lo largo del día. Puede ser algo muy sencillo como pensar “deseo que todos los seres sean felices”, o buscar la forma de ayudar a alguien. Si mantenemos enfocada la mente con esa intención positiva, podremos atravesar las nubes de la confusión y disfrutar de nuestro viaje por la vida. Cuando nos demos cuenta que de nuevo hemos tomado rumbo hacia la perspectiva egoísta buscando únicamente nuestro propio beneficio, podemos girar el timón para volver a enfocarnos en la dirección que establecimos en nuestra práctica matutina.

La perspectiva que tengamos de la vida y de lo que nos suceda es lo que hará que nuestra vida sea auténtica y digna de un guerrero o simplemente mundana. Si deseamos darle un significado a nuestra vida, debemos planificar una ruta que tenga en cuenta las condiciones y las causas necesarias para que lo que hagamos hoy tenga un resultado positivo en nuestro futuro. Esa es la actitud que fortalecerá nuestra energía interna para vivir de una manera consciente. Así comenzaremos a vivir como guerreros, con determinación y confianza en lugar de agresión, y manifestando sabiamente el amor y la bondad de nuestro corazón.

En ocasiones, nos encontramos perdidos en el océano de la vida, sin saber qué rumbo tomar. A menudo porque pensamos que para triunfar en el mundo debemos movernos impulsados por la codicia y la ambición. Pero si hacemos esto es que desconocemos cómo funciona realmente la vida.

Para ser felices debemos desarrollar la confianza en nuestro corazón de guerrero, en la esencia de ser humano que llevamos en nuestro interior, y respetar la ley universal de causa y efecto. Debemos prestar atención para saber qué semillas estamos plantando con nuestros actos y cuáles fructificarán en las condiciones que estamos creando.

La ley universal nos devuelve lo que sembramos: felicidad si actuamos como guerreros virtuosos, o sufrimiento si nos impulsa el egoísmo. No es una cuestión de premio o castigo, es simplemente la manera en que funciona realmente la vida.

La valentía del guerrero surge de la mente abierta y la visión precisa que se cultiva en la meditación.

Cuando observamos cómo funciona el mundo en que vivimos, nos damos cuenta que la única forma de liberarnos de las cadenas de causa y efecto es dedicarnos a cultivar las virtudes del guerrero. Gracias a la valentía del guerrero somos capaces de vivir en el mundo sin dejarnos llevar por la agresión, buscando la forma de atraer esa magia que aporta claridad y alegría a nuestra vida, y fortalece nuestra energía interior.

Para hacer ese pequeño cambio de rumbo que nos dirija a la verdadera felicidad, debemos parar y preguntarnos: “¿Cuál es mi enfoque en la vida? ¿Me siento valiente porque veo la vida con sabiduría y deseo ayudar a otros o porque la ignorancia me impulsa a dejarme llevar por la agresión y la negatividad?”.

Si practicamos, cada día veremos más claramente el poder de nuestra mente y nuestra intención, veremos cómo creamos la confusión y cómo despierta en nosotros la sabiduría al ver con precisión y desarrollar las virtudes del guerrero.

Para el guerrero es importante ese breve tiempo de meditación de la mañana. Nos permite calmar la mente, estabilizarla, y a partir de ahí poder reflexionar sobre lo transitorio de la vida, el sufrimiento y la felicidad, o la insustancialidad de lo que consideramos el “yo”. Podemos pensar en cómo llevar una vida auténtica y digna, qué es lo que podemos ofrecer a los demás, o cómo podemos hacer algo que sea de provecho para el mundo. Tal vez podamos despertar una pequeña llama de amor en nuestro corazón e intentar mantenerla encendida durante, al menos, una pequeña parte de nuestro día.

Podemos también darnos cuenta que nos tomamos demasiado en serio, y proponernos reírnos un poco de nosotros mismos al ver todo lo que nos esforzamos por mantener una imagen o intentando conseguir pequeñas satisfacciones para nuestro “yo”.

Ese pequeño cambio de rumbo puede ser simplemente decirnos por la mañana: “Hoy voy a intentar vivir de una manera un poco diferente”. Ese pensamiento puede ser como una pequeña luz en la oscuridad que oriente nuestro rumbo hacia otro lugar. Podemos proponernos considerar cada pequeño momento del día como algo especial, porque realmente es así.

El guerrero toma la decisión de dedicar menos tiempo a pensamientos y emociones negativas y enfocarse en cambio en ideas positivas y provechosas. Si enfocamos la mente una y otra vez en pensamientos de amor y sabiduría, acabará acostumbrándose a esas ideas y surgirán de forma espontánea cada vez más a menudo. Cuando emprendemos nuestras actividades diarias con una visión más amplia, cambia nuestra actitud, le damos un pequeño cambio de rumbo a nuestra vida. Cambiar nuestra actitud es la forma de cambiar nuestra vida, si vamos incorporando pequeños cambios de rumbo día a día, acabaremos alcanzando lugares lejanos que ni siquiera imaginábamos poder conocer.

En nuestra práctica, cuando enfocamos la mente en la respiración estamos creando una base estable a partir de la cual desarrollar la paz interior. Y cuando reflexionamos sobre las verdades de la vida establecemos una base de conocimiento que nos llevará a la sabiduría. Cuanta más estabilidad y conocimiento desarrollemos, más claramente veremos y una mayor confianza surgirá en nuestro corazón. Una vez tengamos una base sólida, nos sentiremos inspirados a vivir como guerreros virtuosos y disfrutaremos de cada día con generosidad y paciencia.

Si cada día cambiamos un poco nuestra actitud, las consecuencias pueden ser increíbles. Recorriendo el camino del guerrero, desarrollando sus virtudes con paciencia y alegría, superando los límites establecidos y profundizando en lo más hondo de nuestro ser, estamos cambiando poco a poco el rumbo de nuestra vida para alejarnos cada vez más del enfoque egocéntrico.


Cuando descansamos en la satisfacción de ser quien somos, cuando somos capaces de ayudar a otros, cuando superamos los apegos que nos atan, cuando confiamos en nuestra sabiduría profunda, estamos haciendo pequeños cambios de rumbo, que nos conducirán más allá de los prejuicios para atravesar los miedos que nos mantienen cautivos de nuestro propio ego. Así, con un pequeño cambio de rumbo cada día, descubriremos la esencia de nuestro ser y daremos sentido a la vida.







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