Si no comprendemos de dónde surge la verdadera felicidad,
cuando nos sentimos insatisfechos le echamos la culpa al resto del mundo, y
pensamos que nuestra felicidad depende de otros. Por nuestra falta de
comprensión hacemos cosas que, en lugar de hacernos felices como esperamos, nos
traen más confusión y caos.
Esa ceguera que sufrimos pensando que encontraremos la
felicidad buscando nuestra propia satisfacción, pensando exclusivamente en lo
que me beneficia a “mí”, nos hunde en un espacio oscuro, una era tenebrosa sin
fin, en la que estamos continuamente distraídos por la agitación interna y la
ansiedad de estar buscando siempre “mí” felicidad.
Caminamos
por la vida ciegos porque no sabemos que ya tenemos todo lo que necesitamos
para ser felices. Cada día, a cada momento, tenemos la
oportunidad de crear esa felicidad desde nuestro interior, sin depender del
mundo que nos rodea, simplemente poniendo en contacto nuestra mente con nuestro
corazón.

Incluso
cuando está solo, el guerrero actúa conscientemente y cultiva sus virtudes.
Nuestra naturaleza más profunda es limpia como el cielo,
lo acoge todo como el espacio y es transparente como el agua, sin prejuicios ni
obstáculos. Esa es la esencia de nuestro ser, el corazón indestructible del
guerrero.
Cuando aprendemos a permanecer en calma, entramos en
contacto con un espacio mucho mayor que uno mismo, con un espacio inmenso como
el cielo. Ese espacio es el estado natural de nuestro ser antes de que nos
hagamos pequeños al intentar protegernos de las amenazas de la vida.
Conforme se va calmando su mente, el guerrero empieza a
ver que el concepto del “yo” no es más que un cúmulo de pensamientos,
sensaciones y emociones que se han hecho sólidas al unirse.
Dejar de pensar en sí mismo y tener en cuenta a los demás
es lo que hace que el guerrero pueda alcanzar las metas en su camino.
Cuando dejamos de mirarnos a nosotros mismos y ampliamos
nuestra visión al resto del mundo, surge de forma natural una energía magnética
y brillante.
Al entrar en contacto con ese inmenso espacio interior,
el ambiente alrededor del guerrero empieza a reflejar su apertura y, de forma
casi mágica, atrae sin esfuerzo todo lo que necesita.
Si queremos realmente progresar como guerreros debemos
tener un plan que le dé significado a nuestra vida. Necesitamos un camino que
nos ofrezca la oportunidad de cultivar la compasión, la confianza y la
valentía, para recorrer nuestra vida con una mente en calma y un corazón
abierto, y así poder vivirla de forma auténtica.
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