-Para
vivir plenamente, debemos traer el cielo a la tierra, a la vida diaria-
El ser humano es muy sabio,
tiene una mente profunda y llena de sabiduría, aunque muchas veces no la veamos
o no la manifestemos.
Esta sabiduría innata está
en nuestro ser más profundo, claro y luminoso, y todos disponemos de ese tesoro
escondido, esa inmensa capacidad de apertura y de luminosidad.
Para
vivir plenamente como guerreros, debemos traer el cielo, ese inmenso espacio
lleno de claridad, a nuestra vida diaria.
El cielo es la sabiduría, un
espacio lleno de claridad y posibilidades. La tierra es lo práctico, la
experiencia y el terreno sobre el que recorremos el camino.
Si iluminamos nuestro camino
con sabiduría, lograremos alcanzar nuestros objetivos, desde los más prácticos
y mundanos hasta los más profundos y espirituales.
En esta época en que
vivimos, nuestro mundo necesita enseñanzas que calmen la agresión, hacia los
demás y hacia nosotros mismos, para poder amar y cuidarnos unos de otros y
proteger nuestro entorno.
El verdadero Camino del
Guerrero nos enseña cómo generar paz y confianza a nuestro paso.
La tierra, que mantiene al
guerrero en su camino a pesar de los cambios de la vida, es su sensatez innata,
su sabiduría profunda que surge del corazón.
Al principio, el guerrero
reflexiona sobre lo que siente en su interior. Después calma su mente dejándola
descansar sobre un objeto, siguiendo su propia respiración. Y, cuando su mente
está en calma, contempla las enseñanzas que le ofrece la vida: Todo es transitorio, todas las cosas
cambian, nada permanece para siempre; el
sufrimiento aparece en la vida de innumerables formas y se esconde incluso
tras la aparente felicidad; nada ocurre
por casualidad, todo tiene una causa y genera unas consecuencias; no somos tan sólidos como creemos, la
idea de quién somos puede desintegrarse en un instante; todos los seres estamos interconectados y debemos considerarlos
como parte de nosotros mismos…

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