1. APRECIA LO QUE TIENES. El simple hecho de estar vivo ya es una gran fortuna. Cuántas más cosas
disfrutamos además de la vida: nuestro cuerpo que nos permite movernos y
percibir el mundo que nos rodea a través de los diferentes sentidos; nuestra
mente que nos permite aprender, descubrir y crear, además de liberarnos de las
ataduras físicas a través de la imaginación; los alimentos que nos nutren; el
sol que nos da su luz y su calor; el aire que respiramos; el agua que bebemos;
la tierra que nos sustenta; las personas que nos aman y nos cuidan; los seres a
los que amamos… ¡Hay tantas cosas que apreciar en este mundo!
2. TODAS LAS COSAS CAMBIAN. Nada permanece para siempre, ni siquiera lo que no nos gusta
o nos produce dolor. La vida está en continuo cambio, queramos o no, tanto las
situaciones como los seres nacen, se desarrollan y acaban desapareciendo.
Aunque a veces nos gustaría que todo permaneciera como está, como a nosotros
nos gustaría, la vida sigue su curso, su movimiento, y sigue fluyendo,
precisamente para perpetuar la vida. Cuando algo se estanca o se mantiene
inmóvil demasiado tiempo acaba muriendo. Disfrutemos de este preciso momento,
de lo que tenemos hoy para apreciar y disfrutar, de la vida, la compañía, la
naturaleza, o simplemente del hecho de estar aquí, en este lugar, en este
momento, pues pronto pasará. La vida pasa deprisa, no la malgastemos intentado
controlarlo todo o esforzándonos en congelar nuestro mundo cuando parece que es
como nos gustaría que fuera. Fluyamos con cada momento y aceptemos las pequeñas
o grandes muertes que supone cada cambio
al que nos tenemos que enfrentar. Lo que se pierde con cada cambio deja espacio
para algo nuevo.
3. NADA OCURRE POR CASUALIDAD. Todo tiene una razón de ser, o al menos una causa que la
generó. De la misma manera que de una semilla de calabaza no crece un peral,
sino una planta que dará calabazas, cada acto en nuestra vida nos trae unas
consecuencias. A veces podemos ver la relación entre esa decisión que tomamos
hace un tiempo y la situación en la que nos encontramos en este momento, como
consecuencia de aquella decisión. Otras veces, no es tan fácil ver la relación
entre causa y consecuencia, pero eso no quiere decir que no exista. Hace tiempo
leí una frase que decía: “La coincidencia es nuestra incapacidad para
comprender los intrincados mecanismos de la vida”.
En cada momento están confluyendo
causas anteriores con las condiciones actuales para dar como consecuencia un
resultado y no otro. A veces las causas son nuestras acciones, por ejemplo
hemos comido demasiado y como consecuencia nos duele el estómago. Otras veces
las semillas que lanzamos en nuestra vida son nuestras palabras: Hablamos más
de la cuenta y eso nos trae consecuencias en la relación con nuestro jefe o con
nuestro amigo. Y otras veces, las causas están en nuestra mente: Le damos
demasiadas vueltas a algo y acabamos agotados o incluso con dolor de cabeza.
Lo bueno de darnos cuenta que todo lo
que vivimos, o sufrimos, ha sido consecuencia de algún acto anterior, físico,
verbal o mental, es que entonces sabemos que el futuro está, de alguna manera,
en nuestras propias manos. Si prestamos atención a nuestras acciones, si cuando
hablamos tenemos cuidado de no herir a nadie, ni siquiera a nosotros mismos, y
si mantenemos una mente tranquila y abierta, estaremos creando las causas para
disfrutar de un futuro con más tranquilidad y menos problemas.
4. NO HAY NADA PERFECTO. Vivimos en un mundo en el que incluso las cosas que son
aparentemente agradables y placenteras pueden convertirse en una causa de
dolor. Imagínate disfrutando de un delicioso helado de chocolate un día
caluroso de verano… Mmmmh. Por unos momentos disfrutamos, pero… al poco tiempo…
se acabó el placer, vuelve el calor, la sed. Sufrimos porque se terminó nuestro
pequeño placer, aunque… podemos comernos otro helado, y otro, y otro más, para
que no acabe el placer. Ya imaginas lo que sucede entonces ¿no? Lo más seguro
es que acabes con dolor de barriga por el empacho de helado. Puede parecer un
ejemplo estúpido, pero ¿no actuamos de la misma manera con otras cosas que nos
gustan en la vida?
Sufrimos por lo que nos gustaría
tener y no tenemos; sufrimos cuando tenemos algo que nos complace porque nos
preocupa el perderlo; sufrimos cuando se acaba lo que nos gusta porque ya no
podemos disfrutarlo; sufrimos porque somos pequeños; sufrimos porque nos
hacemos mayores; sufrimos porque la persona que nos hacía felices se convirtió
en nuestro peor enemigo…
Si en lugar de esperar que las cosas
sean perfectas, que duren para siempre, que sean como a nosotros nos parece que
deberían ser, tomáramos la decisión de disfrutar del mundo tal y como es,
seguro que sufriríamos mucho menos. La vida y el mundo son perfectos como son,
con sus “imperfecciones”, con sus controversias, con las cosas tal y como son,
aunque no sea nuestra idea de la perfección. Podemos disfrutar de lo que
tenemos ahora mismo, aunque su duración sea breve y cambie la situación al
instante siguiente. Podemos disfrutar de la vida, aunque en estos momentos
estemos pasando por una situación difícil, si comprendemos que de alguna manera
hemos llegado hasta aquí a causa de nuestras decisiones pasadas o nuestros
actos, porque por esta misma razón podemos en este mismo instante empezar a
cambiar nuestro futuro si ponemos atención en lo que hacemos y actuamos
teniendo en cuenta las posibles consecuencias. Podemos disfrutar de tener un
cuerpo, aunque enferme y nos duela a veces, porque también nos permite percibir
el mundo y relacionarnos con las personas. Y, finalmente, podemos dejar de
sufrir innecesariamente, si mantenemos estas cuatro ideas en mente: Aprecia lo
que tienes, todas las cosas cambian, nada ocurre por casualidad y… no hay nada “perfecto”.
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