4 IDEAS PARA DEJAR DE SUFRIR




 1. APRECIA LO QUE TIENES. El simple hecho de estar vivo ya es una gran fortuna. Cuántas más cosas disfrutamos además de la vida: nuestro cuerpo que nos permite movernos y percibir el mundo que nos rodea a través de los diferentes sentidos; nuestra mente que nos permite aprender, descubrir y crear, además de liberarnos de las ataduras físicas a través de la imaginación; los alimentos que nos nutren; el sol que nos da su luz y su calor; el aire que respiramos; el agua que bebemos; la tierra que nos sustenta; las personas que nos aman y nos cuidan; los seres a los que amamos… ¡Hay tantas cosas que apreciar en este mundo!

2. TODAS LAS COSAS CAMBIAN. Nada permanece para siempre, ni siquiera lo que no nos gusta o nos produce dolor. La vida está en continuo cambio, queramos o no, tanto las situaciones como los seres nacen, se desarrollan y acaban desapareciendo. Aunque a veces nos gustaría que todo permaneciera como está, como a nosotros nos gustaría, la vida sigue su curso, su movimiento, y sigue fluyendo, precisamente para perpetuar la vida. Cuando algo se estanca o se mantiene inmóvil demasiado tiempo acaba muriendo. Disfrutemos de este preciso momento, de lo que tenemos hoy para apreciar y disfrutar, de la vida, la compañía, la naturaleza, o simplemente del hecho de estar aquí, en este lugar, en este momento, pues pronto pasará. La vida pasa deprisa, no la malgastemos intentado controlarlo todo o esforzándonos en congelar nuestro mundo cuando parece que es como nos gustaría que fuera. Fluyamos con cada momento y aceptemos las pequeñas o grandes muertes  que supone cada cambio al que nos tenemos que enfrentar. Lo que se pierde con cada cambio deja espacio para algo nuevo.

3. NADA OCURRE POR CASUALIDAD. Todo tiene una razón de ser, o al menos una causa que la generó. De la misma manera que de una semilla de calabaza no crece un peral, sino una planta que dará calabazas, cada acto en nuestra vida nos trae unas consecuencias. A veces podemos ver la relación entre esa decisión que tomamos hace un tiempo y la situación en la que nos encontramos en este momento, como consecuencia de aquella decisión. Otras veces, no es tan fácil ver la relación entre causa y consecuencia, pero eso no quiere decir que no exista. Hace tiempo leí una frase que decía: “La coincidencia es nuestra incapacidad para comprender los intrincados mecanismos de la vida”.

En cada momento están confluyendo causas anteriores con las condiciones actuales para dar como consecuencia un resultado y no otro. A veces las causas son nuestras acciones, por ejemplo hemos comido demasiado y como consecuencia nos duele el estómago. Otras veces las semillas que lanzamos en nuestra vida son nuestras palabras: Hablamos más de la cuenta y eso nos trae consecuencias en la relación con nuestro jefe o con nuestro amigo. Y otras veces, las causas están en nuestra mente: Le damos demasiadas vueltas a algo y acabamos agotados o incluso con dolor de cabeza.

Lo bueno de darnos cuenta que todo lo que vivimos, o sufrimos, ha sido consecuencia de algún acto anterior, físico, verbal o mental, es que entonces sabemos que el futuro está, de alguna manera, en nuestras propias manos. Si prestamos atención a nuestras acciones, si cuando hablamos tenemos cuidado de no herir a nadie, ni siquiera a nosotros mismos, y si mantenemos una mente tranquila y abierta, estaremos creando las causas para disfrutar de un futuro con más tranquilidad y menos problemas.

4. NO HAY NADA PERFECTO. Vivimos en un mundo en el que incluso las cosas que son aparentemente agradables y placenteras pueden convertirse en una causa de dolor. Imagínate disfrutando de un delicioso helado de chocolate un día caluroso de verano… Mmmmh. Por unos momentos disfrutamos, pero… al poco tiempo… se acabó el placer, vuelve el calor, la sed. Sufrimos porque se terminó nuestro pequeño placer, aunque… podemos comernos otro helado, y otro, y otro más, para que no acabe el placer. Ya imaginas lo que sucede entonces ¿no? Lo más seguro es que acabes con dolor de barriga por el empacho de helado. Puede parecer un ejemplo estúpido, pero ¿no actuamos de la misma manera con otras cosas que nos gustan en la vida?

Sufrimos por lo que nos gustaría tener y no tenemos; sufrimos cuando tenemos algo que nos complace porque nos preocupa el perderlo; sufrimos cuando se acaba lo que nos gusta porque ya no podemos disfrutarlo; sufrimos porque somos pequeños; sufrimos porque nos hacemos mayores; sufrimos porque la persona que nos hacía felices se convirtió en nuestro peor enemigo…

Si en lugar de esperar que las cosas sean perfectas, que duren para siempre, que sean como a nosotros nos parece que deberían ser, tomáramos la decisión de disfrutar del mundo tal y como es, seguro que sufriríamos mucho menos. La vida y el mundo son perfectos como son, con sus “imperfecciones”, con sus controversias, con las cosas tal y como son, aunque no sea nuestra idea de la perfección. Podemos disfrutar de lo que tenemos ahora mismo, aunque su duración sea breve y cambie la situación al instante siguiente. Podemos disfrutar de la vida, aunque en estos momentos estemos pasando por una situación difícil, si comprendemos que de alguna manera hemos llegado hasta aquí a causa de nuestras decisiones pasadas o nuestros actos, porque por esta misma razón podemos en este mismo instante empezar a cambiar nuestro futuro si ponemos atención en lo que hacemos y actuamos teniendo en cuenta las posibles consecuencias. Podemos disfrutar de tener un cuerpo, aunque enferme y nos duela a veces, porque también nos permite percibir el mundo y relacionarnos con las personas. Y, finalmente, podemos dejar de sufrir innecesariamente, si mantenemos estas cuatro ideas en mente: Aprecia lo que tienes, todas las cosas cambian, nada ocurre por casualidad y… no hay nada “perfecto”.


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