Imagina
que estás junto a un lago de aguas cristalinas y lanzas una piedra dentro de
él. Podrás ver cómo, tras el impacto de la piedra, se forman las típicas ondas
concéntricas que van extendiéndose por su superficie. Pero ¿qué ocurre si sigues
lanzando más y más piedras sin cesar? Llegará un momento en que no se
distinguirán las diferentes ondas ya que el agua estará en continua agitación,
y el barro del fondo se habrá removido enturbiando el agua que, momentos antes,
era clara y transparente. En ese estado de agitación es imposible que podamos
ver con claridad lo que hay más allá de la superficie del lago.
Lo
mismo ocurre con nuestra mente, habitualmente agitada por los innumerables
pensamientos y emociones que impactan sin cesar sobre su naturaleza clara y
apacible. Si somos capaces de mantener estable nuestra mente durante el
suficiente tiempo, por ejemplo mediante sencillas técnicas de Mindfulness, ese
material mental en suspensión y movimiento continuo, que nos impide ver con
claridad, se irá asentando de forma natural, permitiéndonos recuperar esa
cualidad cristalina de la mente y mejorando nuestra capacidad de percepción.
Una
mente estable es capaz de ver cosas, tanto fuera como dentro de nosotros, que
pasan desapercibidas la mayoría de las veces. Mindfulness, al ayudarnos a
reconocer nuestras pautas de pensamiento habitual y otras conductas
profundamente arraigadas en nosotros, puede desempeñar un papel muy importante
en la mejora de nuestro bienestar físico y psicológico.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.