Podemos encontrar muchas
diferencias entre los guerreros de diversas culturas y diferentes épocas pero,
al mismo tiempo, descubrimos que tienen una cosa en común: su actitud.
Esa actitud común en las
diferentes tradiciones guerreras es lo que diferencia a los guerreros de los
que no lo son, y es, básicamente, la forma en que incorporan en su vida diaria
los principios guerreros, convirtiendo así toda la vida en su camino de
desarrollo y aprendizaje, el Camino del Guerrero.
El auténtico aspirante a guerrero
se entrega a un sistema de disciplina física, mental y espiritual, intentando
así elevarse puliendo sus facetas de guerrero.
El Camino del Guerrero no empieza
y termina en la puerta de tu sala de prácticas, ya sea un dojo o una sala de
meditación. Recorrer ese camino es mantener una actitud vital, tanto en el
lugar de tu entrenamiento como fuera de él, actuando siempre con la perspectiva
del guerrero.
Pero ¿por qué ser Guerreros Hoy
en día? ¿Por qué adoptar éticas y disciplinas de antiguas tradiciones guerreras
en un mundo vertiginoso arrastrado por la innovación y la técnica?
Creo que la respuesta es,
simplemente, porque enriquecerá nuestra vida y la de los que nos rodean. O
también podríamos decir que hoy, más que nunca, necesitamos guerreros,
auténticos guerreros que sean ejemplos de valores y principios que parecen
haberse olvidado. Necesitamos guerreros que no sucumban ante la corrupción que
nos rodea, que no sacrifiquen su honestidad, y el bienestar de otros, por su
propio beneficio.
Comprender y poner en práctica el
Camino del Guerrero pone a nuestra disposición un gran tesoro de principios
éticos, formas de desarrollarse y entrenarse, y capacidades internas
desconocidas que pueden enriquecer la vida de cualquier persona en múltiples
facetas, desde la práctica de un arte marcial, o un deporte, hasta la capacidad
de superar los problemas cotidianos, o alcanzar el éxito profesionalmente.
Lo más importante, sin embargo,
no son los éxitos que consigamos, o la perfección que alcancemos en cualquier
actividad sino convertir ese Camino del Guerrero en una forma de vivir, en un
entrenamiento constante buscando la excelencia en la vida. Como consecuencia de
recorrer este camino con esa actitud conseguiremos éxitos en diferentes áreas
de nuestra vida, pero no son esos éxitos nuestro objetivo. Esa es la diferencia
entre practicar un deporte, o tener una afición, y vivir como un Guerrero de
Hoy.
Bueno, creo que esa actitud de coherencia personal no es exclusiva de los guerreros. Se puede optar por una actitud vital siempre basada en los valores de pacifismo, cuidado del entorno y los recursos, intentar ofrecer amor y alegría a quien lo necesite de nuestro entorno, y otros valores, y quizá también hacer prédica de ello. Pero tengo la sensación que la figura del "guerrero" tiende a usar la fuerza por encima de otros medios a la hora de difundir sus valores. Así como que preestablece la existencia de unos buenos y unos malos, que no me parece ajustado a la realidad la gran mayoría de las veces; almenos mi imaginario lo relaciona así.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario María, me parece muy adecuado para poder aclarar lo que simboliza el guerrero al que me refiero, que está muy de acuerdo con tu punto de vista. Por favor lee mi último post "El Guerrero Pacífico" donde he intentado aclarar cómo es el guerrero del que hablo. Espero tus comentarios al respecto. Un saludo.
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