Hay
un refrán popular que dice así: “Vísteme despacio, que tengo prisa”. Seguro que
lo conoces y, además, es muy probable que lo hayas sufrido personalmente,
comprobando su veracidad. ¿Cuántas veces hemos querido acabar rápidamente algo,
para llegar a tiempo a una cita importante, y hemos acabado perdiendo más
tiempo, al tirarnos encima el café, por ejemplo, o borrando el archivo que
teníamos que enviar?
Ya
sabemos por experiencia que las prisas no son buenas, la vida se encarga muy a
menudo de recordárnoslo. Lo mismo ocurre con la inquietud mental, cuando
queremos estar en demasiadas cosas a la vez, o somos incapaces de permanecer el
tiempo suficiente en la tarea que estamos haciendo, acabando agotados y consiguiendo
resultados mediocres.
La
incapacidad de prestar atención, de estar plenamente en lo que estamos
haciendo, nos cobra su precio, en ocasiones bastante elevado. Muchas veces, por
no tomarnos el tiempo necesario para observar dónde estamos y adónde queremos
llegar, acabamos empleando gran cantidad de recursos, y agotándonos en el
proceso, cuando se podría haber conseguido un mejor resultado con mucho menos
esfuerzo.
Esto
me recuerda algo que les ocurrió a unas amigas que iban de viaje con su
caravana. Tenían que llenar el depósito de agua potable después de pasar unos
días disfrutando de un precioso entorno pero, por las características del
lugar, no podían acercar la caravana hasta la toma de agua. Dispuestas a
superar cualquier obstáculo, emprendieron una peregrinación cargando cubos de
agua desde la fuente hasta la caravana, unos 300m, que recorrieron una y otra
vez hasta llenar el depósito. Ni que decir tiene, que fue un trabajo pesado,
que agotó sus fuerzas y les llevó bastante tiempo. Cuál sería su sorpresa, al
descubrir al día siguiente ¡que había una toma de agua a 50m en la otra
dirección!
Este
es un pequeño ejemplo, de la vida real, que nos ilustra lo costoso e ineficaz
que puede ser no tomar el tiempo suficiente para observar, y ver dónde estamos
realmente, antes de seguir con nuestra frenética actividad.
Adiestrando
la mente con técnicas como Mindfulness, podemos desarrollar nuestra capacidad
de atención y de estar plenamente presentes, lo que nos ayudará a ver con más
claridad las situaciones en las que nos encontramos y poder así actuar de una
manera mucho más efectiva.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.